HOLA!!!! ¿Qué tal les va el viernes?
Bueno, esta semana no estuve porque me fue imposible. Tenía que entregar el trabajo que pone fin a mi grado en la universidad y que pone fin a una de las etapas más importantes de mi vida.
Y hechas las disculpas, voy a lo que os interesa: la novela. Durante el día de hoy voy a subir los cappítulos que debería haber subido desde el lunes hasta hoy, subiré ahora dos, dentro de un ratio otros dos y después subiré el correspondiente a hoy y como mañana estaré ocupada, dejaré programado el de mañana sábado para que al mediodía podáis leerlo.
GRACIAS!!!! Por leer, por comentar siempre y estar del otro lado de la pantalla leyendo esta historia. No me detengo mucho más, os dejo aquí los dos primeros capítulos.
BESOS!
CAPÍTULO
55
Llego
al hospital y aparco. Entramos por la parte de urgencias y nada más abrir la
puerta del coche tengo a lo que parece ser un enfermero a mi lado.
-
Está de parto – le digo.
Él
ayuda a Sonia a salir y va a buscar una silla de ruedas, enseguida vuelve, la
sienta y entramos. Se la llevan no sé a dónde mientras me pide el enfermero que
me quede con su otro compañero rellenando los datos. A los pocos minutos Peter
aparece.
- Mi
amor – me dice, me besa y me abraza – donde está – me pregunta nervioso.
- No
lo sé, se la han llevado. He tenido que dar sus datos y me han pedido que
espere aquí – le explico.
-
Julia sigue sin cogerme el teléfono. No sé qué le pasará.
-
Espero que llegue a tiempo.
Aparece
el hombre al que le he dado los datos y nos lleva a otra sala de espera. Allí
nos explica que está dilatando y deja que Peter pase a verla. Mientras yo sigo
intentando contactar con Julia. También Peter ha llamado a las familias de
ellas y poco a poco llegan. A algunos los conozco, a otros no.
-
¿No ha llegado Julia? – sale Peter de la sala.
-
No, no me coge el teléfono.
-
Listo ya viene para acá – dice Jose, el hermano de ella – he conseguido dar con
su compañera y ella la ha avisado. En veinte minutos está aquí me ha dicho.
-
Menos mal – suspiro aliviada - ¿cómo está Sonia? ¿y las niñas?
-
Bien. Las niñas bien a pesar de nacer antes. El médico dice que es normal que
los partes dobles no suelen llegar a completar el tiempo de gestación.
Las
puertas se abren y una enfermera nos dice que la van a trasladar a paritorio.
Que la persona que entre es la que se queda para acompañarla al parto. Yo lo
empujo a Peter
- Es
Julia quien tiene que entrar no yo – me dice él con tristeza.
-
Ella no está. Y no va a llegar, Sonia no puede estar sola. Cuando salgas por
esas puertas con tus hijas Julia y yo vamos a estar esperando ansiosas – le
digo. Lo beso, lo abrazo y lo vuelvo a besar – animó papá. Te amo. Dile a Sonia
que la quiero y que va a ir todo genial.
- Te
amo más – me besa y se va.
Al
rato llega Julia y le explico como ha sucedido todo. Le pido que se
tranquilice, le doy una tila de las que salen en las maquinitas expendedoras y
nos sentamos a esperar, y esperar… y seguir esperando. Cuando pasa un buen
rato, mi móvil vibra: “Somos Papás” me dice y llega una foto de Sonia con las
niñas sobre ella. Después una foto de cada una presentándonos a Lucila y Eva.
“Felicidades mamás, os queremos” me escribe. Me emociono y al mirar a Julia veo
que estamos iguales. Nos abrazamos y empezamos a enseñarles a todos las fotos.
La enfermera sale y nos dicen a qué habitación la van a trasladar a Sonia, las
niñas tienen que ir a la incubadora, están bien pero tienen que hacerlo para
cuidarlas mejor, eso es lo que nos explican.
Los
familiares van a tomar algo a la cafetería. Julia y yo nos vamos a la
habitación a esperar.
- Os
amo – dice Peter entrando emocionado. Nos abraza y cada una le damos un beso en
cada mejilla – son preciosas, y tan chiquititas. Venid. Vamos a verlas – nos
dice halando de nuestras manos.
Nos
lleva a donde están las niñas, supongo que es la parte de pediatría. Llegamos a
una habitación con una cristalera. La enfermera que está dentro nos señalan
quienes son aunque Peter las reconoce enseguida.
-
Son preciosas – digo con lágrimas en los ojos.
- No
es justo – dice Julia – son iguales que tú – y le da un codazo a Peter.
-
Pues yo creo que se parecen mucho a Sonia – dice Peter.
-
Gordo, las bocas son iguales que la tuya,
y la nariz… y nada de hablar de las manazas que tienen. Pero esos
ojazos, son como los de su mami.
-
Son únicas – concluye Julia – Quiero entrar, ¿puedo? – pregunta a la enfermera
que acaba de salir.
-
Muy poquito tiempo – le dice ella y Julia le agradece.
Peter
y yo la miramos y me vuelvo a emocionar. Peter me pega a su cuerpo y yo me
abrazo completamente a él, dejando mi mejilla en su pecho.
-
Felicidades madrina – me dice dando un beso a mi cabeza.
-
Felicidades por esas dos preciosidades papaíto – le digo y sonríe – son
guapísimas Peter. Es muy raro.
-
¿El qué? – dice mirándome a los ojos pero con sus manos en mis caderas.
- Es
inexplicable el amor que siento por ellas.
- Es
mirarlas y te explota el corazón de alegría, ¿a que sí?
-
Sí.
-
Vas a ser una madre/madrina genial Lali – concluye él para volverme a besar.
Julia
sale y entro yo… quería entrar con Peter pero no nos dejan. Solo de uno en uno.
Al salir él, nos vamos a la habitación a esperar a Sonia. Tardan en
trasladarla, pero cuando llega la felicitamos, abrazamos y nos emocionamos con
ella celebrando que por fin tenemos a Lucila y Eva con nosotros.
Al
rato suben a las dos pequeñas, eso sí en sus incubadoras. Nos las dejan un
ratito, y después se las llevan, muy a nuestro pesar. El doctor llega a
reconocer a Sonia y nos salimos de la habitación para ello. Cuando él sale nos
comunica que está bien. A las niñas la van a dejar en la incubadora. Están en
el límite del peso y al menos esta noche estarán ahí hasta asegurarse que
pueden soportar el exterior sin problemas.
Sonia
nos pide que nos vayamos a descansar. Obviamente quien se queda con ella es
Julia, mientras Peter y yo por la noche llegamos a casa y nos sentamos a
descansar. En el sofá, y sin previo aviso Peter me besa. Me coge en brazos y me
lleva a la cama, nos desnudamos y hacemos el amor. Pero esta vez es diferente a
todas las anteriores: es más lento, más dulce, más cuidadoso, más tierno…
- Te
amo Lali – me dice cuando después de llegar juntos al éxtasis por tercera vez,
sale de mí y coloca su mejilla en mi pecho. – Te amo como jamás pensé que nunca
iba querer a nadie.
- Yo
también Peter – le digo y busco su boca. Se separa de mí y apoyado en su
brazos, me acaricia con su otra mano el contorno de mi cara – me has dado lo
que nunca nadie me había dado: tu corazón y tu alma al completo. Gracias por
elegirme para compartir contigo este momento tan especial de tu vida.
- Te
equivocas – dice él y me besa nuevamente – te elijo para compartir contigo
todos los momentos de mi vida, no solo este. Y soy yo quien te agradece que
hayas superado todas tus inseguridades y miedos y hayas permanecido a mi lado,
pese a todo y a todos.
- Te
amo – le repito y lo beso… esta vez soy yo la que le hace el amor a él.
CAPÍTULO
56
A
las tres semanas, las niñas salen del hospital. En un principio creíamos que
iban a tener que quedarse las niñas hospitalizadas más pero el médico nos
comunicó en último momento que no era necesario. Peter había sido el encargado
de ir a recoger a Sonia y a Julia al hospital y obviamente a las niñas,
mientras en casa de las chicas les preparamos una fiesta sorpresa de
bienvenida. Hubo que remodelar un poco la habitación de las niñas al enterarnos
que eran dos. Pero no hubo problema en comprar otra cuna más, y también otro
armario porque ahora todo iba a ser por dos.
-
Lali tendría que haber venido también – escuché a Sonia del otro lado de la
puerta.
- No
seas cabezota, ya te he dicho que ha preferido esperaros aquí en vuestra casa.
– le respondió Peter un poco exasperado - ¿Puedes llamar para que abra por
favor?
-
Espero que vengan despiertas – dije al abrir la puerta – porque si no la vais a
despertar porque poco os falta para gritar.
-
¿Por qué no lo has acompañado a buscarnos? Somos una familia Lalita.
- Ya
sé, pero estaba cansada. Me dolía bastante la cabeza – le dije mintiendo un
poco – venga anda, dame el bolso y entrad ya – dije cogiéndole el bolso y
apartándome para que entraran.
Julia
sabía lo de la fiesta, ella nos había dejado las llaves para prepararlo todo.
Dejamos que ellas dos, con las dos pequeñas entraran primeras mientras yo
ayudaba a Peter con todo lo que traía del hospital: los bolsos de las niñas más
regalos que les habían llevado.
-
¡Sorpresa! – gritaron en un susurro los invitados, fue muy gracioso ese grito
silencioso.
-
Que amor por favor – dijo Sonia emocionada – Gracias a todos.
- No
agradezcas, la llegada a casa de nuestras niñas hay que celebrarla – dijo Peter
poniendo sus brazos alrededor de los hombros de Julia y Sonia – gracias por
todo a las dos chicas.
- A
ti por ser el mejor padre de nuestras gemelas – dijo Sonia emocionada.
Las
tías y abuelos de las nuevas integrantes de la familia, tanto maternos como paternos,
estaban allí presente. Habíamos preparado una merienda con algunas cosas para
comer y para beber y poder celebrar todo lo que nos estaba pasando. Era
increíble, pero aun con todo el jaleo, las pequeñas dormían plácidamente en sus
cunas. Yo me había escapado de todo ese bullicio… esas dos niñas eran mi
familia también, pero me daba pena que tanto Julia como Sonia como Peter
estuvieran acompañados por sus padres y hermanos, y yo estaba sola.
-
¿Les pasa algo? – preguntó Irene al pasar y verme en el cuarto con las niñas.
-
Creí que habían protestado pero creo que es un poco obsesión – mentí y sonreí –
están muy tranquilas.
- Sí
muy tranquilas. ¿Me acompañas a la terraza? Tengo ganas de fumarme un cigarrito
pero si Peter o mi madre me ven me empiezan a echar la bronca.
-
Venga vamos anda – le digo y salimos a la pequeña terraza que había en el
dormitorio principal de la casa. - ¿Estás nerviosa?
-
¿Por qué me quedan cinco días para casarme? ¿Por qué me tengo que hacer la
última prueba del vestido? ¿Porque el fotógrafo nos ha fallado y tengo que
buscarme otro?... – empieza a enumerar pequeños inconvenientes y se ríe – que
va.
- No
se nota, tranquila. – le respondo bormeando.
- En
cambio a ti sí – me dice y le da otra calada al cigarro.
- No
te entiendo.
- Que
por más que trates de disimularlo, te pasa algo. No te digo que te conozca de
maravilla pero el tiempo que hemos pasado juntas… no es difícil descifrarte
Lali. Eres muy transparente.
-
Defectos que tengo – añado.
-
Para nada, no es un defecto. Da gusto encontrarse con personas transparentes de
frente.
-
Pero es más difícil ocultar lo que siento.
- ¿Y
qué estás intentado ocultar? ¿Estás celosa?
- Es
peor que eso y me siento muy mal por sentirlo – le confieso y le quito el
cigarro de la mano y le doy una calada – es envidia.
-
Trae eso qué es mío y tú no fumas – me regaña y me quita el cigarrillo -
¿envidia? No te entiendo. Eres parte de la familia.
-
Sí, lo sé. Soy parte de la familia que junto con tu hermano y las chicas
estamos formando. Pero ahí fuera están sus familias. No la mía… no puedo evitar
no sentirme…. No sé, sola.
- Yo
sé que tiene que ser difícil para ti. Pero esas personas que están ahí afuera y
entre las que me incluyo también somos tu familia. Somos una familia grande y
rara, pero somos tu familia también.
- Ya
pero tú tienes a tus padres, a tus hermanos… yo os quiero muchísimo a todos y
os agradezco mucho que me tratéis tan bien. Pero también necesito que mis
padres compartan conmigo un momento así. Y estoy segura que mi padre no va
tardar en venir cuando pueda pero mi madre… lo dudo mucho Irene.
-
Dale tiempo… yo creo que cuando vea a las gemelas se va a enamorar de ellas y
va a estar encantada de ser su abuela. Anda anímate… además te informo que no
vas a tener tiempo para pensar. Necesito que me ayudes con los últimos
preparativos de la boda. Incluido volver a ensayar con las chicas el baile
sorpresa.
-
Por supuesto, cuenta conmigo.
-
Anda vamos para dentro antes de que me pillen fumando. – sonríe y me abraza.
Entramos
y pasamos para ver de nuevo a las gemelas, quienes siguen dormidas. Cuando
termina la fiesta, los invitados se van despidiendo y después de ayudar a las
chicas a recoger Peter y yo nos vamos a su casa.
- Te
he escuchado – me dice cuando me estoy poniendo mi pijama y él ya me espera en
la cama.
-
¿Qué me has escuchado? – pregunto sin entender nada y me termino de poner el
pijama.
-
Cuando hablabas con mi hermana – me dice. Me siento de rodillas frente a él –
de verdad te sientes.. ¿sola?
-
Peter… no sé qué has escuchado de la conversación.
-
Que sentías envidia y que te sentías sola.
-
Pero tiene una explicación eso.
- Yo
creía que ya habías conseguido superar esa inseguridad.
- Y
te juro que no hay ningún tipo de inseguridad ni con nosotros ni con las chicas
– le aclaro y me acerco a él para agarrar sus manos y dejar un beso en ellas.
-
¿Entonces? Lali no te puedes sentir sola, te doy todo lo que soy.
- No
es esa soledad cariño – le digo – hoy veros a todos ahí, con vuestros padres,
vuestros hermanos… echo de menos a mi familia.
-
¿Te quieres ir a Irlanda?
- No
es eso Peter. Es que esa relación que vosotros tenéis no la voy a tener yo, y
eso es lo que me da envidia. Sé que está mal que sienta eso pero ya te he dicho
que no soy perfecta y no puedo no sentirlo.
-
Cielo….
- No
es tu culpa. Yo sé que contigo tengo todo, pero hay un huequito en mi alma que está
aislado, solo… y que tu amor no le alcanza… necesita otro amor que no creo que
vaya a llegar a nunca.
-
Ese amor lo van a llenar las gemelas – me dice él y tira de mí para enterrarme
en su pecho – ese vacío que sientes ellas lo van a llenar, estoy seguro.
-
Ojalá tengas razón.
-
Necesito que entiendas que te quiero con todo lo que soy Lali.
- Y
lo entiendo mi amor, de verdad que sí. No creo que alguien me pueda amar y
demostrar más amor del que tú me das. De verdad.
- No
quiero que te sientas mal.
-
Eso no lo puedes controlar. Porque ese malestar no depende de ti.
-
Pero no me gusta, me hace mal verte triste.
- No
quiero que tú estés mal por mí. Ahora soy yo la que necesita que entiendas que
no puedes darme más amor porque no hay, porque me das todo el que tienes. No
quiero que te sientas mal porque no depende de ti. Depende de mi, que sepa
reponerme a esto. Nunca tuve una relación fluida con mi madre pero … siempre
supuse que en un momento así de importante, estaría conmigo.
-
Dale tiempo pequeña.
- Me
estoy cansando de esperar – respondo y busco su boca – pero prométeme que tú no
te vas a sentir mal.
- Si
me prometes que tú vas a intentar estar bien.
-
¿Promesa? – levanto mi dedo meñique como hace con Mario y Manu.
-
Prometido – entrelaza nuestros dedos meñiques para después cobijarme en sus
brazos con mi cabeza en su pecho.
-
¿Te puedo decir algo?
-
Obvio.
- En
estas semanas que estuvimos sin parar, en el hospital con las niñas, entre tu
casa, la mía y la de las chicas… estuve pensando.
-
¿En qué?
- En
la convivencia.
-
¿Quieres que vivamos juntos? – dice y sube mi cara hasta encontrar mis ojos con
los suyos.
-
Sí, quiero que vivamos juntos – digo y él me besa – pero todos.
-
¿Cómo que todos? – pregunta sorprendido.
-
Todos. Seamos realistas Peter, esta familia es una puñetera locura. Las niñas
van a tener dos madres, un padre y a mí. Lo que vendría a suponer mínimo dos
casas si tú y yo empezamos a vivir juntos.
Pero tener dos casas significa no solo un poco de descontrol para las
niñas sino también para nosotros. No creo que sea justo para Sonia y Julia
tener que cargar con el mayor peso de la crianza de las niñas, y tampoco creo
que sea justo que tú te pierdas el ver como tus hijas crecen.
-
Pero La…
-
La, nada. Yo sé que puede parecer una locura y no es normal. Pero nada de lo
que nos rodea es normal. Si buscamos una casa lo suficientemente grande como
para vivir todos juntos podemos ser una familia de verdad, donde cada uno tenga
su propio espacio pero que todos tengamos nuestros espacios comunes para que
nos unan. Así podemos estar con las niñas más tiempo y Julia y Sonia no se
verán tan desbordadas.
-
¿Sabes qué? – me dice,, agarrándome de tal forma que quedo a ahorcadas encima
de él – No sé si sea una buena idea, porque no va a ser fácil. Pero me
encantaría poder estar más tiempo con mis niñas. Hay que proponérselo a las
chicas – dice sonriendo y lo abrazo – pero me gusta la idea por otro motivo más
– me dice separándome y acunando mi cara en sus manos – porque este amor que
tenemos es tan grande, que pudo contra todos y contra todo… incluyendo tus
miedos y tus inseguridades. Elegiste amarme, con todo lo que ello suponía. Y no
voy a permitir que te arrepientas de tu elección ni un solo día de tu vida.
Yo
misma me quito la camiseta, para empezar una gran noche romántica y pasional en
la cama de su, de momento, casa.
2 comentarios:
Son muy muy bellos!!!
ay que lindos, pero una locura esto de vivir todos juntos
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