viernes, 29 de enero de 2016

Capítulos 55 y 56 - ¡Ni que fuera verdad!

HOLA!!!! ¿Qué tal les va el viernes?

Bueno, esta semana no estuve porque me fue imposible. Tenía que entregar el trabajo que pone fin a mi grado en la universidad y que pone fin a una de las etapas más importantes de mi vida.

Y hechas las disculpas, voy a lo que os interesa: la novela. Durante el día de hoy voy a subir los cappítulos que debería haber subido desde el lunes hasta hoy, subiré ahora dos, dentro de un ratio otros dos y después subiré el correspondiente a hoy y como mañana estaré ocupada, dejaré programado el de mañana sábado para que al mediodía podáis leerlo.

GRACIAS!!!! Por leer, por comentar siempre y estar del otro lado de la pantalla leyendo esta historia. No me detengo mucho más, os dejo aquí los dos primeros capítulos.

BESOS!



CAPÍTULO 55
Llego al hospital y aparco. Entramos por la parte de urgencias y nada más abrir la puerta del coche tengo a lo que parece ser un enfermero a mi lado.
- Está de parto – le digo.
Él ayuda a Sonia a salir y va a buscar una silla de ruedas, enseguida vuelve, la sienta y entramos. Se la llevan no sé a dónde mientras me pide el enfermero que me quede con su otro compañero rellenando los datos. A los pocos minutos Peter aparece.
- Mi amor – me dice, me besa y me abraza – donde está – me pregunta nervioso.
- No lo sé, se la han llevado. He tenido que dar sus datos y me han pedido que espere aquí – le explico.
- Julia sigue sin cogerme el teléfono. No sé qué le pasará.
- Espero que llegue a tiempo.
Aparece el hombre al que le he dado los datos y nos lleva a otra sala de espera. Allí nos explica que está dilatando y deja que Peter pase a verla. Mientras yo sigo intentando contactar con Julia. También Peter ha llamado a las familias de ellas y poco a poco llegan. A algunos los conozco, a otros no.
- ¿No ha llegado Julia? – sale Peter de la sala.
- No, no me coge el teléfono.
- Listo ya viene para acá – dice Jose, el hermano de ella – he conseguido dar con su compañera y ella la ha avisado. En veinte minutos está aquí me ha dicho.
- Menos mal – suspiro aliviada - ¿cómo está Sonia? ¿y las niñas?
- Bien. Las niñas bien a pesar de nacer antes. El médico dice que es normal que los partes dobles no suelen llegar a completar el tiempo de gestación.
Las puertas se abren y una enfermera nos dice que la van a trasladar a paritorio. Que la persona que entre es la que se queda para acompañarla al parto. Yo lo empujo a Peter
- Es Julia quien tiene que entrar no yo – me dice él con tristeza.
- Ella no está. Y no va a llegar, Sonia no puede estar sola. Cuando salgas por esas puertas con tus hijas Julia y yo vamos a estar esperando ansiosas – le digo. Lo beso, lo abrazo y lo vuelvo a besar – animó papá. Te amo. Dile a Sonia que la quiero y que va a ir todo genial.
- Te amo más – me besa y se va.
Al rato llega Julia y le explico como ha sucedido todo. Le pido que se tranquilice, le doy una tila de las que salen en las maquinitas expendedoras y nos sentamos a esperar, y esperar… y seguir esperando. Cuando pasa un buen rato, mi móvil vibra: “Somos Papás” me dice y llega una foto de Sonia con las niñas sobre ella. Después una foto de cada una presentándonos a Lucila y Eva. “Felicidades mamás, os queremos” me escribe. Me emociono y al mirar a Julia veo que estamos iguales. Nos abrazamos y empezamos a enseñarles a todos las fotos. La enfermera sale y nos dicen a qué habitación la van a trasladar a Sonia, las niñas tienen que ir a la incubadora, están bien pero tienen que hacerlo para cuidarlas mejor, eso es lo que nos explican.
Los familiares van a tomar algo a la cafetería. Julia y yo nos vamos a la habitación a esperar.
- Os amo – dice Peter entrando emocionado. Nos abraza y cada una le damos un beso en cada mejilla – son preciosas, y tan chiquititas. Venid. Vamos a verlas – nos dice halando de nuestras manos.
Nos lleva a donde están las niñas, supongo que es la parte de pediatría. Llegamos a una habitación con una cristalera. La enfermera que está dentro nos señalan quienes son aunque Peter las reconoce enseguida.
- Son preciosas – digo con lágrimas en los ojos.
- No es justo – dice Julia – son iguales que tú – y le da un codazo a Peter.
- Pues yo creo que se parecen mucho a Sonia – dice Peter.
- Gordo, las bocas son iguales que la tuya,  y la nariz… y nada de hablar de las manazas que tienen. Pero esos ojazos, son como los de su mami.
- Son únicas – concluye Julia – Quiero entrar, ¿puedo? – pregunta a la enfermera que acaba de salir.
- Muy poquito tiempo – le dice ella y Julia le agradece.
Peter y yo la miramos y me vuelvo a emocionar. Peter me pega a su cuerpo y yo me abrazo completamente a él, dejando mi mejilla en su pecho.
- Felicidades madrina – me dice dando un beso a mi cabeza.
- Felicidades por esas dos preciosidades papaíto – le digo y sonríe – son guapísimas Peter. Es muy raro.
- ¿El qué? – dice mirándome a los ojos pero con sus manos en mis caderas.
- Es inexplicable el amor que siento por ellas.
- Es mirarlas y te explota el corazón de alegría, ¿a que sí?
- Sí.
- Vas a ser una madre/madrina genial Lali – concluye él para volverme a besar.
Julia sale y entro yo… quería entrar con Peter pero no nos dejan. Solo de uno en uno. Al salir él, nos vamos a la habitación a esperar a Sonia. Tardan en trasladarla, pero cuando llega la felicitamos, abrazamos y nos emocionamos con ella celebrando que por fin tenemos a Lucila y Eva con nosotros.
Al rato suben a las dos pequeñas, eso sí en sus incubadoras. Nos las dejan un ratito, y después se las llevan, muy a nuestro pesar. El doctor llega a reconocer a Sonia y nos salimos de la habitación para ello. Cuando él sale nos comunica que está bien. A las niñas la van a dejar en la incubadora. Están en el límite del peso y al menos esta noche estarán ahí hasta asegurarse que pueden soportar el exterior sin problemas.
Sonia nos pide que nos vayamos a descansar. Obviamente quien se queda con ella es Julia, mientras Peter y yo por la noche llegamos a casa y nos sentamos a descansar. En el sofá, y sin previo aviso Peter me besa. Me coge en brazos y me lleva a la cama, nos desnudamos y hacemos el amor. Pero esta vez es diferente a todas las anteriores: es más lento, más dulce, más cuidadoso, más tierno…
- Te amo Lali – me dice cuando después de llegar juntos al éxtasis por tercera vez, sale de mí y coloca su mejilla en mi pecho. – Te amo como jamás pensé que nunca iba querer a nadie.
- Yo también Peter – le digo y busco su boca. Se separa de mí y apoyado en su brazos, me acaricia con su otra mano el contorno de mi cara – me has dado lo que nunca nadie me había dado: tu corazón y tu alma al completo. Gracias por elegirme para compartir contigo este momento tan especial de tu vida.
- Te equivocas – dice él y me besa nuevamente – te elijo para compartir contigo todos los momentos de mi vida, no solo este. Y soy yo quien te agradece que hayas superado todas tus inseguridades y miedos y hayas permanecido a mi lado, pese a todo y a todos.
- Te amo – le repito y lo beso… esta vez soy yo la que le hace el amor a él.

CAPÍTULO 56
A las tres semanas, las niñas salen del hospital. En un principio creíamos que iban a tener que quedarse las niñas hospitalizadas más pero el médico nos comunicó en último momento que no era necesario. Peter había sido el encargado de ir a recoger a Sonia y a Julia al hospital y obviamente a las niñas, mientras en casa de las chicas les preparamos una fiesta sorpresa de bienvenida. Hubo que remodelar un poco la habitación de las niñas al enterarnos que eran dos. Pero no hubo problema en comprar otra cuna más, y también otro armario porque ahora todo iba a ser por dos.
- Lali tendría que haber venido también – escuché a Sonia del otro lado de la puerta.
- No seas cabezota, ya te he dicho que ha preferido esperaros aquí en vuestra casa. – le respondió Peter un poco exasperado - ¿Puedes llamar para que abra por favor?
- Espero que vengan despiertas – dije al abrir la puerta – porque si no la vais a despertar porque poco os falta para gritar.
- ¿Por qué no lo has acompañado a buscarnos? Somos una familia Lalita.
- Ya sé, pero estaba cansada. Me dolía bastante la cabeza – le dije mintiendo un poco – venga anda, dame el bolso y entrad ya – dije cogiéndole el bolso y apartándome para que entraran.
Julia sabía lo de la fiesta, ella nos había dejado las llaves para prepararlo todo. Dejamos que ellas dos, con las dos pequeñas entraran primeras mientras yo ayudaba a Peter con todo lo que traía del hospital: los bolsos de las niñas más regalos que les habían llevado.
- ¡Sorpresa! – gritaron en un susurro los invitados, fue muy gracioso ese grito silencioso.
- Que amor por favor – dijo Sonia emocionada – Gracias a todos.
- No agradezcas, la llegada a casa de nuestras niñas hay que celebrarla – dijo Peter poniendo sus brazos alrededor de los hombros de Julia y Sonia – gracias por todo a las dos chicas.
- A ti por ser el mejor padre de nuestras gemelas – dijo Sonia emocionada.
Las tías y abuelos de las nuevas integrantes de la familia, tanto maternos como paternos, estaban allí presente. Habíamos preparado una merienda con algunas cosas para comer y para beber y poder celebrar todo lo que nos estaba pasando. Era increíble, pero aun con todo el jaleo, las pequeñas dormían plácidamente en sus cunas. Yo me había escapado de todo ese bullicio… esas dos niñas eran mi familia también, pero me daba pena que tanto Julia como Sonia como Peter estuvieran acompañados por sus padres y hermanos, y yo estaba sola.
- ¿Les pasa algo? – preguntó Irene al pasar y verme en el cuarto con las niñas.
- Creí que habían protestado pero creo que es un poco obsesión – mentí y sonreí – están muy tranquilas.
- Sí muy tranquilas. ¿Me acompañas a la terraza? Tengo ganas de fumarme un cigarrito pero si Peter o mi madre me ven me empiezan a echar la bronca.
- Venga vamos anda – le digo y salimos a la pequeña terraza que había en el dormitorio principal de la casa. - ¿Estás nerviosa?
- ¿Por qué me quedan cinco días para casarme? ¿Por qué me tengo que hacer la última prueba del vestido? ¿Porque el fotógrafo nos ha fallado y tengo que buscarme otro?... – empieza a enumerar pequeños inconvenientes y se ríe – que va.
- No se nota, tranquila. – le respondo bormeando.
- En cambio a ti sí – me dice y le da otra calada al cigarro.
- No te entiendo.
- Que por más que trates de disimularlo, te pasa algo. No te digo que te conozca de maravilla pero el tiempo que hemos pasado juntas… no es difícil descifrarte Lali. Eres muy transparente.
- Defectos que tengo – añado.
- Para nada, no es un defecto. Da gusto encontrarse con personas transparentes de frente.
- Pero es más difícil ocultar lo que siento.
- ¿Y qué estás intentado ocultar? ¿Estás celosa?
- Es peor que eso y me siento muy mal por sentirlo – le confieso y le quito el cigarro de la mano y le doy una calada – es envidia.
- Trae eso qué es mío y tú no fumas – me regaña y me quita el cigarrillo - ¿envidia? No te entiendo. Eres parte de la familia.
- Sí, lo sé. Soy parte de la familia que junto con tu hermano y las chicas estamos formando. Pero ahí fuera están sus familias. No la mía… no puedo evitar no sentirme…. No sé, sola.
- Yo sé que tiene que ser difícil para ti. Pero esas personas que están ahí afuera y entre las que me incluyo también somos tu familia. Somos una familia grande y rara, pero somos tu familia también.
- Ya pero tú tienes a tus padres, a tus hermanos… yo os quiero muchísimo a todos y os agradezco mucho que me tratéis tan bien. Pero también necesito que mis padres compartan conmigo un momento así. Y estoy segura que mi padre no va tardar en venir cuando pueda pero mi madre… lo dudo mucho Irene.
- Dale tiempo… yo creo que cuando vea a las gemelas se va a enamorar de ellas y va a estar encantada de ser su abuela. Anda anímate… además te informo que no vas a tener tiempo para pensar. Necesito que me ayudes con los últimos preparativos de la boda. Incluido volver a ensayar con las chicas el baile sorpresa.
- Por supuesto, cuenta conmigo.
- Anda vamos para dentro antes de que me pillen fumando. – sonríe y me abraza.
Entramos y pasamos para ver de nuevo a las gemelas, quienes siguen dormidas. Cuando termina la fiesta, los invitados se van despidiendo y después de ayudar a las chicas a recoger Peter y yo nos vamos a su casa.
- Te he escuchado – me dice cuando me estoy poniendo mi pijama y él ya me espera en la cama.
- ¿Qué me has escuchado? – pregunto sin entender nada y me termino de poner el pijama.
- Cuando hablabas con mi hermana – me dice. Me siento de rodillas frente a él – de verdad te sientes.. ¿sola?
- Peter… no sé qué has escuchado de la conversación.
- Que sentías envidia y que te sentías sola.
- Pero tiene una explicación eso.
- Yo creía que ya habías conseguido superar esa inseguridad.
- Y te juro que no hay ningún tipo de inseguridad ni con nosotros ni con las chicas – le aclaro y me acerco a él para agarrar sus manos y dejar un beso en ellas.
- ¿Entonces? Lali no te puedes sentir sola, te doy todo lo que soy.
- No es esa soledad cariño – le digo – hoy veros a todos ahí, con vuestros padres, vuestros hermanos… echo de menos a mi familia.
- ¿Te quieres ir a Irlanda?
- No es eso Peter. Es que esa relación que vosotros tenéis no la voy a tener yo, y eso es lo que me da envidia. Sé que está mal que sienta eso pero ya te he dicho que no soy perfecta y no puedo no sentirlo.
- Cielo….
- No es tu culpa. Yo sé que contigo tengo todo, pero hay un huequito en mi alma que está aislado, solo… y que tu amor no le alcanza… necesita otro amor que no creo que vaya a llegar a nunca.
- Ese amor lo van a llenar las gemelas – me dice él y tira de mí para enterrarme en su pecho – ese vacío que sientes ellas lo van a llenar, estoy seguro.
- Ojalá tengas razón.
- Necesito que entiendas que te quiero con todo lo que soy Lali.
- Y lo entiendo mi amor, de verdad que sí. No creo que alguien me pueda amar y demostrar más amor del que tú me das. De verdad.
- No quiero que te sientas mal.
- Eso no lo puedes controlar. Porque ese malestar no depende de ti.
- Pero no me gusta, me hace mal verte triste.
- No quiero que tú estés mal por mí. Ahora soy yo la que necesita que entiendas que no puedes darme más amor porque no hay, porque me das todo el que tienes. No quiero que te sientas mal porque no depende de ti. Depende de mi, que sepa reponerme a esto. Nunca tuve una relación fluida con mi madre pero … siempre supuse que en un momento así de importante, estaría conmigo.
- Dale tiempo pequeña.
- Me estoy cansando de esperar – respondo y busco su boca – pero prométeme que tú no te vas a sentir mal.
- Si me prometes que tú vas a intentar estar bien.
- ¿Promesa? – levanto mi dedo meñique como hace con Mario y Manu.
- Prometido – entrelaza nuestros dedos meñiques para después cobijarme en sus brazos con mi cabeza en su pecho.
- ¿Te puedo decir algo?
- Obvio.
- En estas semanas que estuvimos sin parar, en el hospital con las niñas, entre tu casa, la mía y la de las chicas… estuve pensando.
- ¿En qué?
- En la convivencia.
- ¿Quieres que vivamos juntos? – dice y sube mi cara hasta encontrar mis ojos con los suyos.
- Sí, quiero que vivamos juntos – digo y él me besa – pero todos.
- ¿Cómo que todos? – pregunta sorprendido.
- Todos. Seamos realistas Peter, esta familia es una puñetera locura. Las niñas van a tener dos madres, un padre y a mí. Lo que vendría a suponer mínimo dos casas si tú y yo empezamos a vivir juntos.  Pero tener dos casas significa no solo un poco de descontrol para las niñas sino también para nosotros. No creo que sea justo para Sonia y Julia tener que cargar con el mayor peso de la crianza de las niñas, y tampoco creo que sea justo que tú te pierdas el ver como tus hijas crecen.
- Pero La…
- La, nada. Yo sé que puede parecer una locura y no es normal. Pero nada de lo que nos rodea es normal. Si buscamos una casa lo suficientemente grande como para vivir todos juntos podemos ser una familia de verdad, donde cada uno tenga su propio espacio pero que todos tengamos nuestros espacios comunes para que nos unan. Así podemos estar con las niñas más tiempo y Julia y Sonia no se verán tan desbordadas.
- ¿Sabes qué? – me dice,, agarrándome de tal forma que quedo a ahorcadas encima de él – No sé si sea una buena idea, porque no va a ser fácil. Pero me encantaría poder estar más tiempo con mis niñas. Hay que proponérselo a las chicas – dice sonriendo y lo abrazo – pero me gusta la idea por otro motivo más – me dice separándome y acunando mi cara en sus manos – porque este amor que tenemos es tan grande, que pudo contra todos y contra todo… incluyendo tus miedos y tus inseguridades. Elegiste amarme, con todo lo que ello suponía. Y no voy a permitir que te arrepientas de tu elección ni un solo día de tu vida.
Yo misma me quito la camiseta, para empezar una gran noche romántica y pasional en la cama de su, de momento, casa.

2 comentarios:

Arii dijo...

Son muy muy bellos!!!

Alejandra dijo...

ay que lindos, pero una locura esto de vivir todos juntos

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