CAPÍTULO
53
Amanezco
enredada en las sábanas de la cama de Peter, pero sin él a mi lado. Escucho
risas en el pasillo y enseguida distingo las voces de los dos pequeños de la
familia.
- No
enano, deja a Lali dormir.
-
Anoche se acostaron tarde Manu, déjala descansar – distingo la voz de Claudia.
-
Pero abuela, queremos jugar con la tía Lali – dice Mario y no puedo evitar
sonreír.
La
puerta se abre y se cierra. Sé que es Peter, nadie entraría en el cuarto sin
antes llamar. Nadie excepto él.
-
Buenos días chispita – me dice tirándose encima de mí al ver que estoy
despierta.
-
Buenos días motes – busco su boca con la mía y lo beso.
-
¿Te han despertado los enanos no?
-
No, estaba despierta pero ya he escuchado que querían entrar y no los has
dejado.
- Es
que está feo que vean a mi novia desnuda – dice riendo y yo lo acompaño con una
carcajada.
-
Sería traumático.
-
Traumático pero porque nunca van a ver nada mejor – añade él y le doy un golpe
en su hombro – era broma obviamente.
-
¿Qué hora es? – le pregunto.
- Falta
poco para las 11:30
-
Voy a quedar como una dormilona en tu familia.
-
Saben que nos acostamos tarde, lo que no saben es el motivo – dice mordiendo mi
cuello.
- Me
ducho y desayunamos – le propongo.
-
Perfecto. Solo me tomé un café hace un rato y ahora tengo hambre. Así que – se
levanta y da un tirón de mi mano, poniéndome de pie contra su cuerpo –
aligérate en meterte en la ducha o voy a terminar pegándote un bocado.
Río
por ese juego que nos tiene tan caliente y pasionales a los dos. Lo beso, me
pongo el pijama, cojo una camiseta de mangas cortas y una falda larga junto con
mi ropa interior y mis sandalias. Cruzo el pasillo y entro en el baño. Diez
minutos después me estoy peinando cuando tocan la puerta.
-
Laluchi, ¿se puede?
- Si
Julia – digo y destrabo la puerta para abrirla – entra.
-
Gracias, vamos a ir a hacer algunas compras por si te quieres venir.
-
Creo que Peter quería llevarme a varios sitios.
-
Nos abandonas por tu novio, que feo eso eh – bromea haciéndose la ofendida – no
te preocupes corazón, después te raptamos entonces – me dice.
Salimos
juntas del baño, dejo mi neceser y mis cosas en la habitación de Peter y voy a
desayunar a la cocina. Saludo y me siento con Peter que lo tiene todo preparado
para desayunar, se nos unen Sergio e Irene. Desayunamos entre risas, después
Peter avisa que vamos a salir a pasear y le pide el coche a su padre, para ir a
Cádiz (la capital). Los pequeños insisten en venir, y aunque su madre en un
principio se lo niega, Peter la convence para que los deje venir sabe que a mí
no me importa.
- Ir
con mis hijos a la calle no es la mejor manera de pasear con tu novia por la
ciudad tranquilamente.
-
Lorena son niños no demonios – los defiende su tío – además conmigo no son tan
trasto.
-
Claro, si te piden A y tú les das el abecedario entero – se queja su hermana.
- Ya
está rizos, déjalos que se vayan – le dice Miguel a su mujer – así tú y yo
descansamos. Que el padrino se haga cargo el tiempo que está aquí que para algo
lo es - bromea su cuñado.
-
Listos – aparecen los gemelos, vestidos iguales y cada vez que los miro les
encuentro un nuevo rasgo en el que se parecen entre ellos y a su tío.
- De
verdad Lorena si es por mí no te preocupes, no me molestan ni mucho menos. Me
divierto con ellos de verdad.
-
Eso es porque no los has vito en su pleno apogeo. Portaos bien y ni se os
ocurra pedirle mil quinientas cosas al padrino. Y al padrino que si las piden
no se le ocurra comprárselas.
-
Que sí mamá, que nos portamos bien de verdad. Solo queremos estar con la tata
Lali – dice Manu y vuelvo a sorprenderme, pero no puedo evitar una sonrisa por
cómo me han bautizado.
- El
título de novia no es tan importante como el de tía – me dice Irene y me abraza
– oficialmente, bienvenida a la familia Lalita – y todos reímos.
Nos
despedimos de todos. Los gemelos se sientan en sus sillas y después de revisar
que estaban bien sujetos con el cinturón, nos montamos en el coche y Peter
arranca para pasar el día en Cádiz. Cuando llegamos nos metemos por el casco
antiguo de la ciudad y después de un rato, encontramos un aparcamiento libre y
lo dejamos ahí el coche. Peter me enseña su ciudad. Me lleva a donde viven sus
padres, y me enseña la casa. Después los gemelos se empeñan en llevarme a la
calle donde viven y me enseñan también su casa aunque obviamente no subimos,
sino que me señalan los balcones que dan a la calle y me explican cómo es.
Después
de recorrer un poco los distintos barrios de la ciudad nos vamos a pasear por
la playa. Cuando llegamos no me sorprende como aun haya gente que se anima a
disfrutar de un día de playa, y es que la fecha no importa si hace calor
suficiente para disfrutar del sol y el mar. Recorremos un poco las playas de la
ciudad, hasta que decidimos sentarnos en un chiringuito mientras los pequeños
juegan con la arena.
- Me
encanta esto – digo respirando el aire puro de la playa.
- Se
está muy bien la verdad. Siempre está bien volver a casa.
-
¿Tienes pensado volver a Cádiz a vivir? – le pregunto sin pensarlo mucho.
-
¿Es broma? – me dice el serio – tengo mi vida hecha en Madrid. Me encanta venir
de viaje y vacaciones aquí. Y menos ahora con las gemelas, ni de coña dejo
Madrid. Allí tengo mi trabajo, mis amigos, a mis hijas, las madres de mis hijas
– se acerca y me coge la mano – y a ti obviamente. – su semblante sigue siendo
serio.
-
Era una pregunta nada más, no es para esa seriedad. En realidad no sé ni por
qué te lo pregunté.
- Me
da igual por qué me lo preguntaras. Pero necesito que te metas en la cabeza que
voy a vivir donde esté mi familia, la que yo estoy creando. Y en esa familia
entras tú.
- Lo
sé. – le digo y lo beso para destensar la situación.
-
Padri – dice Manu – tenemos hambre, ¿vamos a comer aquí?
-
Cierto ya es la hora de comer ni me he dado cuenta – le digo a Peter y lo miro
para que él decida.
-
Vamos a llamar a los abuelos para avisar que comemos aquí y más tarde vamos a
casa.
-
¡Bien! – gritan ellos y nos reímos.
Buscamos
un sitio para comer y nos sentamos en un bar. Me hacen probar muchas de las
comidas típicas de aquí mientras los niños me cuentan todo lo que hacen,
quienes son sus amigos, el colegio al que van, las novias que tienen… y cómo se
divierten con Peter cada vez que viene, incluso soy testigo de la relación tan
maravillosa que tienen cuando después de comer vamos a un parque y Peter se
convierte en un niño más.
Antes
de las seis, llegamos al campo. Los hombres han ido a por dulces para la
merienda, Irene prepara el café mientras Sonia, Julia, Lorena y Claudia juegan
a las cartas en el porche. Los gemelos después de convencer a su madre, se
meten en la piscina y Peter y yo nos sentamos en el borde de la piscina. Él se
remanga los pantalones para meter los pies en el agua, mientras yo tengo
cuidado de no mojarme la ropa.
-
Gracias por venir gorda.
- No
me des las gracias, he disfrutado tanto de esto. Me da pena en el fondo que
mañana nos tengamos que ir.
- A
mí también. Pero hay que quedarse con que disfrutamos muchísimo del fin de
semana.
-
Claro que sí – le digo y lo beso – además hoy terminé de confirmar algo que
estaba prácticamente segura.
-
¿El qué?
-
Que Sonia y Julia supieron escoger estupendamente bien al padre de sus hijas.
Vas a ser un gran padre Peter, hoy después de verte con tus sobrinos, lo
comprobé con mis propios ojos.
- Me
gustan los niños y obviamente ya quiero a las pequeñas y no nacieron. Así como
voy a querer a los hijos que tengamos nosotros.
-
¿Piensas hacer un equipo de fútbol? – le pregunto sonriendo.
- No
tanto no, pero sí vamos a ser una gran familia.
-
Una familia enorme. Aun no, porque tenemos que disfrutar de las gemelas. Pero
sé que vas a quererlas y cuidarlas a ellas como vas a cuidar de nuestros hijos.
- Es
la primera vez que no me contestas con una negativa a esa idea.
- Es
que hoy también me he confirmado a mí misma que voy a estar toda mi vida
contigo y que a mi edad ya va siendo hora de ser madre – le digo y me sonríe,
hasta que acorta nuestra distancia con un beso – te quiero.
- Yo
más chispita.
2 comentarios:
Lindos que son ♡♡
Me encanta k la llame chispita!!
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