miércoles, 3 de febrero de 2016

Capítulos 61 y 62 - ¡Ni que fuera verdad!

HOLA!!!!

La verdad me está costando encontrar el momento para sentarme delante del ordenador y subir el cap, pero prometo que voy a intentarlo todos los días aunque sea tarde -como hoy-. En recompensa le subo dos capítulos hoy. Que disfrutéis!

Gracias por leer y comentar =)=)=)






CAPÍTULO 61
La vuelta a casa es un poco cansada: desarmar maletas, lavar ropa, volver a la rutina… aunque esto último no me cuesta tanto trabajo. Por fin vuelvo a trabajar en la academia. Eugenia con su embarazo sigue dando clases, sus actividades se concierne al ámbito musical por lo que no tiene que realizar bailes así que no hay problema para ello. Aun así, no trabaja las mismas horas porque se cansa demasiado, la pequeña no la deja mucho rato tranquila y parece que ahora sí está empezando a hacerle saber a su madre que está en su barriga.
La vida como madrina barra madre me va mejor de lo que pensaba. Quiero demasiado a esas dos pequeñajas y sin duda son lo mejor que me han pasado en la vida, sin duda alguna, han dado a mi vida una perspectiva totalmente distinta a la que tenía. Movida por este nuevo sentimiento que me invadía me puse a buscar el que sería nuestro nuevo hogar. Las chicas también estaban buscando, pero estaban bastante ocupadas con las gemelas así que era yo la principal encargada de buscar las casas para después enseñárselas a ellas, ya que Peter nos dio libertad de elección, lo que decidiéramos nosotras tres para él estaría bien.
- Por fin se ha quedado dormida – digo volviendo de dejar a Lucila en la cuna, Sonia está descansando en el sofá con un té en la mano.
- Estoy molida – dice y sonríe – pero es la primera vez que me alegra el estar así de cansada.
- Sabes que es por poco tiempo. En cuanto nos mudemos los cuatros juntos vas a poder descansar más.
- No me gustaba la idea de no darle el pecho, pero creo que mi doctor tenía razón. Ellas están más calmadas y yo un poco más tranquila también.
- Pues sí. Mira – digo sacando la tablet del bolso y encendiéndola. Abro internet y busco en mis marcadores las direcciones que he ido guardando de las casas que me han gustado. – Hay de todo, desde casas hasta pisos, algunas casas con jardín, otra sin jardín… ve mirando cual te gustan. Yo de todas esas tengo una casa que tiene un jardín pequeñito pero suficiente para las niñas y un piso, que en realidad, es un dúplex porque son dos pisos juntos más el ático que me vendría perfecto para ensayar y para un futuro cuarto de juegos cuando las gemelas crezcan porque obviamente con las escaleras no pueden estar solas en ningún momento.
- Echa el freno Lali – me dice Sonia – relájate chiquilla. La verdad me alegra que estés tan entusiasmada con todo esto, pero también me asustas un poco.
- ¿Asustarte?
- Si cielo, ese entusiasmo tuyo tan repentino… da un poquito de miedo.
- Las responsables de todo esto son las dos renacuajas que ahora están durmiendo plácidamente en sus cunas. No sé como explicártelo Sonia, han despertado algo en mí… las quiero tener todo el tiempo conmigo, quiero ayudaros a Julia y a ti para que podáis disfrutar también de vuestra pareja, quiero que Peter comparta el mayor tiempo posible con sus niñas… sé que es un poco locura todo lo que digo.
- Nada de lo que nos pasa y sucede a nuestro alrededor es normal cariño – aclara ella – de verdad me alegro mucho que pienses así Lali, Peter no sabe lo afortunado que es por tenerte a su lado y yo me alegro demasiado porque mis hijas vayan a tener en ti una madre más, porque sé que tu amor con Peter es para siempre.
- Sí, es para siempre. Una vez le prometí a Peter que lo que tenemos no se iba a romper por mi culpa. No iba a dejar que mis miedos pudieran conmigo y me alejaran de él. Y ahora lo tengo más claro que nunca.
- Ya, te veo – dice abriendo una nueva casa - ¿esta es la del jardín que dices? – pregunta y asiento – es muy bonita.
- Sí es preciosa, y en realidad no es cara y menos siendo cuatro para  compartir los gastos.
- Quizás me meto donde no me llaman – dice ella poniendo la tablet en la mesa – pero ahora que has estado compartiendo tanto tiempo con mis niñas ¿no te dan ganas de tener tus propios hijos? Sé que quieres a mis hijas igual que las queremos nosotras pero…
-  Sé a lo que te refieres. Y no te voy a decir, sí quiero ser madre ya. Me siento un poquito madre de las gemelas y de momento me basta y me sobra con ello.
- ¿De momento? – pregunta sonriendo.
- Sí de momento – me levanto y empiezo a caminar por el salón – Desde la boda de Irene he estado pensando en algo. Ya te digo que Lucila y Eva me han hecho ver la vida de una nueva manera, y por supuesto Peter también tiene que ver en esta nueva perspectiva que tengo. Con Peter lo quiero todo Sonia – le digo y me vuelvo a sentar con ella – quiero compartir el resto de mi vida con él, y nunca creí que sintiera este deseo de tener hijos y tampoco el deseo de casarme.
- ¿Casarte? ¿Peter te ha pedido que os caséis?
- No, hemos tenido varias charlas y al principio yo era reacia a todo esto del matrimonio y demás, pero ahora lo quiero todo con él. Quiero ser su mujer, y aunque ya lo soy, quiero poder celebrar con mi gente ese amor que siento por él. Quiero ser la madre de sus hijos, quiero que viajemos, quiero que las gemelas sean las mejores hermanas mayores que mis niños puedan tener, quiero…
- Quieres a Peter y lo quieres con locura. Eso es lo que te hace el amor Lali. Te cambia la vida por completo, te hace querer siempre más y más y no parar hasta conseguirlo porque del amor nunca se tiene suficiente.
- Exacto, de Peter nunca tengo suficiente. Y sé que en realidad es pronto para el tiempo que llevamos juntos.
- El amor no entiende de edades, de tiempo, de clases… el amor te llega, te llega y te vuelve loca. El amor te llega y te arrasa, te abraza y si es la persona indicada, no te vuelve a soltar nunca. Simplemente se hace cada vez más y más grande.
- Sí Sonia es eso. Cada día que pasa descubro que hay algo nuevo de él que me hace quererlo más… pero quiero hacer las cosas bien, y darnos un poco más de tiempo. Sé que tenemos que disfrutarnos un poco más de tiempo como pareja y que los niños vendrán cuando tengan que venir.
- ¿Entonces cuando os casáis? Porque te aseguro que le dices a Peter que os caséis mañana y él acepta encantado.
- Tenía pensado otra cosa… A ver, sabes que precisamente romántica no soy. O no era, no sé. No soy tan detallista como él al menos. Y creo que se lo merece. Por eso había pensado en prepararle un flashmob para pedirle que se case conmigo.
- ¿Segura? Cariño, que Peter con esas cosas se muere de amor a ver si te quedas viuda antes de casarte – bromea ella y me abraza – cuenta conmigo para lo que quieras.
- Anda pero míralas que abrazaditas están ellas dos oye – escuchamos a Julia en la puerta del salón – los cuernos en mi propia casa no por favor.
- Cariño, por mucho que yo quisiera, aunque te aclaro desde ya que no es así – dice levantándose para besar a Julia – esta muchacha está demasiado enamorada de Peter como para querer ponerle los cuernos conmigo.
- Sí obviemos el detalle que me gustan los tíos – apunto y ambas ríen.
- Que está enamorada de Peter no es nuevo gordita – dice Julia dejando bolsas en la cocina y volviendo a salir.
- No, cierto. Lo nuevo es que quiera casarse con él – agrega Sonia y Julia me mira directamente sorprendida.
- ¿De verdad? – me pregunta y asiento sonriendo - ¡AAHH! – grita emocionada y viene a abrazarme.
- Julia las niñas – le riñe su novia y las tres reímos, por suerte no se han despertado.
- Es qué me alegro tanto. Obviamente me emociona que sientas eso Lali pero me alegro tanto por Peter, por fin tiene a su lado a la chica que se merece. ¿Y cuándo os casáis?
- Primero me tiene que decir que sí – respondo.
- ¿Qué se lo vas a pedir tú? Ole por ti muchacha, así me gusta, que si lo deseas lo hagas y no cumplas con las reglas establecidas esperando que él te lo pida. – me vuelve a abrazar y cuando me suelta se gira hacia Sonia – eso si te aviso Sonia María Torres García – la llama por su nombre completo – me niego a que se casen antes que nosotras, te lo aviso desde ya.
- Nos casamos cuando tú quieras mi amor – responde ella para besarla y abrazarse.
Se separan y las tres reímos. Le cuento a ambas la idea que tengo de cómo pedirle matrimonio a Peter. Las dos no tardan en emocionarse con la idea y decir que quieren participar, como sea, pero que quieren estar presentes en ese momento, y obviamente las gemelas también aunque sean demasiado pequeñas las tres estamos de acuerdo que a Peter le hará más ilusión si sus hijas están junto a él.
Estoy con las chicas el resto de la tarde y cuando empieza a anochecer, me voy a casa. Peter me llama de camino y me pregunta que donde estoy que ha ido a buscarme. Le digo que me espere en casa –obviamente tiene llave- que estoy de camino. Me avisa que tiene cena italiana esperándome en casa que no vaya a comprar nada. Bajo del metro, y camino hasta llegar a casa. Cuando abro, las luces del salón están muy tenues y sé de sobra que Peter ha preparado todo para tener una noche romántica.
- ¿Improvisando? – pregunto cuando entro al salón y lo veo encendiendo velas pequeñas que ha colocado por toda la estancia.
- Me aburría esperándote – me dice, termina de encender las velas y se acerca a mí – te he echado de menos.
- Yo también – le digo y lo beso – traigo fotos para ti en el móvil. De tus niñas favoritas.
- Me da coraje trabajar hasta tarde por esto, porque no las veo – dice apenado. Busca el móvil en mi bolso y tras dibujar el patrón y desbloquearlo busca las imágenes – están hermosas gordita.
- Preciosísimas. Se parecen a su padre – le guiño el ojo, lo beso y lo dejo embobado mientras voy al cuarto a cambiarme. Cuando salgo, sigue mirando el móvil. - Las vas a gastar – digo riendo – mañana vas a verlas Peter, aprovechas que tienes la mañana libre y vas a pasarla con tus niñas pequeñas.
- Pero también quiero estar contigo – se queja.
- Trabajo gordo – le recuerdo – vamos a cenar – lo halo y lo pego a mi cuerpo.
- Está bien. Pasaré la mañana con mis niñas pequeñas, pero la noche la voy a pesar con mi niña grande preferida – y tras mi sonrisa me besa apasionadamente.
CAPÍTULO 62
Sin darnos cuentas estamos a final de año. Al menos para mí, apenas me he dado cuenta como ha pasado de rápido este año. En realidad el tiempo empezó a correr desde todo lo del viaje a Irlanda, desde que Peter apareciera en mi vida. Sigo pensando pedirle que se case conmigo, y ya estoy empezando a armar como sería todo el baile, pero todo se ha complicado porque también estamos preparando la fiesta de navidad de la academia donde los alumnos van a participar para mostrar a sus familias lo aprendido hasta el momento, por suerte los de último curso nos están ayudando con los más nuevos y eso es una ventaja a nuestro favor, que nos podemos dedicar un poco más a los aspectos más organizativos.
- Estoy muerta – dice Maripaz, que me está ayudando con algunas coreos – estas criaturas tienen mucha energía – dice sentada en el suelo mientras los alumnos recogen sus cosas para irse a los vestuarios.
- Nos estamos haciendo mayores amiga – le digo y ambas reímos.
- Lali – dice Euge entrando en el aula – ha llegado esto para ti con un ramo de rosas increíble que te he dejado en la oficina – me da un sobre.
- Que mono Peter – dice Maripaz.
- No es Peter – digo abriendo el sobre – al parecer es el dueño de la academia que abrieron a principio de curso.
- Ese tío es un estirado, aun me acuerdo cuando estabas en la boda de Irene y vino a buscarte – dice Eugenia quitándome el papel. – Alberto Gutiérrez – lee ella el pie de la invitación – Te está invitando a un almuerzo.
- ¿En serio? – pregunta Maripaz poniéndose junto a mi amiga embarazada. – Qué fuerte.
- Dice que quiere hablar de negocios, así que empezar a bajar al suelo vuestras imaginaciones que enseguida le dais vuelo ambas – les digo levantándome, ellas se miran y se ríen porque saben que tengo razón.
- ¿Vas a ir? – pregunta Maripaz.
- Sí, dice que es por negocios y sinceramente me interesa. Nunca me hizo gracia que se situaran tan cerca nuestro, no tiene mucho sentido a menos que tengas un número de gente aseguradas y más sabiendo nuestro número de alumnos hasta ahora que venía siendo bastante bueno. Además ya has escuchado a Euge, no es la primera vez que me busca.
- Sí, es raro. Pero se ve de sobra que tiene muchísimo dinero. A lo mejor la escuela es solo una tapadera, y lo que hace con ella es blanquear dinero.
- Sí, Euge puede tener razón. Quizás sea un narco, un mafioso… y necesita justificar su fortuna.
- ¿Os repito lo de vuestras grandiosas imaginaciones? Dejad de decir pamplinas por favor.
- ¿Entonces vas a ir? – pregunta Euge meintras las tres entramos al vestuario de maestros.
- Sí, no seas pesadita. La reunión es para hoy, dentro de hora y media. Así que tengo el tiempo justo para ir a casa, ducharme, cambiarme y acudir al almuerzo.
- ¿Tienes que confirmar? – dice Maripaz entrando en la ducha.
- No, solo pone que me presente en el bar a las dos y media, así que con permiso, me voy a casa. Cuando salga os llamo y os cuento todo. – salgo y vuelvo a entrar – sino no aparezco llamad a la policía no vaya a ser que me secuestren o me quieran para vender mis órganos – bromeo y cierro la puerta antes de que la toalla que me tira Euge me dé en la cara.
Me despido de los compañeros y alumnos que me voy encontrando y me dirijo al coche, entro y me voy a casa. Peter está de viaje. Desde que salió el videoclip en el que participó lo han llamado para otros proyectos del mismo tipo, aunque esta vez está rodando un cortometraje, su primer corto. El hermano de su amigo Dani está estudiando en Barcelona y lo llamó para pedirle que participara en el corto, y él no lo pensó ni un segundo, solo que tenía que ser en los días libres del bar donde sigue trabajando; el trabajo en la agencia lo ha dejado porque quiere pasar más tiempo con sus niñas.
Llego a casa, suelto todas las cosas y me meto en la ducha.  Cinco minutos después estoy en el cuarto, no quiero ir demasiado formal, así que me decido por un pantalón azul pitillo de tiro alto, camisa de manga larga y la chaqueta a juego con el pantalón. Busco mis zapatos de tacón de punta redonda y me los pongo, preparo el bolso y salgo para montarme nuevamente en el coche e ir al restaurante donde me han citado. Cuando volví del viaje y los chicos me dijeron que el señor Gutierrez me había buscado, intenté ponerme en contacto con él pero no lo logré porque estaba de viaje. Ahora que ha vuelto a ponerse en contacto conmigo tengo que aprovechar la ocasión. Aunque con el paso de los meses han aumentado las matrículas en la academia es cierto que las ofertas de la competencia son muy tentadoras y nos está perjudicando, así que prefiero averiguar qué es lo que pretende de nosotros.
Aparco el coche en un parque cercano, está más que claro que más cerca del bar no voy a encontrar aparcamiento. Apago la radio, el motor, cojo mi bolso. Me bajo y cierro el coche. Empiezo a caminar hacia el bar y me suena el móvil, lo busco en el bolso. Es Peter.
- Chispas – me saluda y sonrío.
- Motes – le respondo - ¿Cómo estás?
- Esto es increíble gorda. De verdad jamás pensé que fuera a ser tan genial. Para ser su primer corto tienen unas condiciones inmejorables para grabar: cámaras espectaculares, el equipo técnico si bien son poco y están empezando saben mogollón y hasta les han dejado un par de platós para grabar… increíble. Además soy el protagonista, así que me tratan como una estrella – termina bromeando, sino, no sería Peter.
- Al final te vuelves de Barcelona con premio y todo – le sigo el juego porque le encanta – eso sí por favor, cuando empieces a tener fans no te olvides de mí – le suplico y escucho su carcajada.
- Tú vas a ser la presidenta de mi club de fans.
- No cielo, tus fans se van a deleitar con mirar y alguna que otra tendrá la suerte de tocarte en alguna foto, pero yo te voy a disfrutar todos los días de mi vida… con sus noches correspondientes.
- Pero que bonito lo que dices gorda – responde él sorprendido – te me estás poniendo romántica.
- Ya sabes que los que duermen en el mismo colchón…
- Se vuelven de la misma opinión – completa él el refrán – eres increíble.
- Eso también se me ha debido pegar de ti – me paro en un paso de cebra esperando que el semáforo se ponga en verde para poder cruzar – te quiero mucho gordito, y más te echo de menos.
- Yo también pequeña, pero en un par de días más estoy ahí te lo prometo. Vamos a disfrutar de un fin de semana juntos, tu y yo, en casa, a poder sin salir de la cama. O descubrir algún rincón nuevo de tu casa o al mía.
- ¿Pero nos quedan rincones por probar y descubrir? – pregunto y una señora que está a mi lado me mira como si con mi comentario hubiera cometido un delito. En ese momento, el muñequito verde se enciende y empezamos a cruzar, la señora casi corre para apartarse de mí – que conste que me estás haciendo quedar como una pervertida – le digo y el se ríe.
- Esa perversión sí que no te la he pegado yo eh, que venías aprendida de casa – dice y me río – Que de jaleo se escucha, ¿dónde vas a estas horas? ¿comes con las chicas?
- No, tengo un almuerzo de negocios. Aunque según Maripaz y Euge me van a secuestrar o algo así.
- ¿Qué dices Lali? – pregunta preocupado.
- El dueño de la academia frente a la nuestra se ha vuelto a poner en contacto conmigo para hablar de negocios y me ha citado hoy para comer.
- ¿Vas sola?
- Peter, es un bar muy público en plena calle de Madrid, no me va a pasar nada.
- No lo digo porque te pase nada, pero Nacho por ejemplo podría haberte aconsejado en los negocios que te proponga. Sabes que se maneja muy bien con todo eso.
- Cariño, yo también me manejo muy bien. ¿Con quién te crees que estás hablando chaval? – me hago la indignada.
- Con la mejor profesional y amante del baile, que además administra y dirige estupendamente su escuela.
- Si claro, ahora hazme la pelota. De verdad gordo, me interesa saber que quiere este tío con nosotros.
- Bueno, tu no te amilanes por nadie, que ya sabes, “chiquitita, pero matona”.
- Te encanta cachondearte de mi altura.
- Pero es la verdad y lo sabes – me hace, una vez más, reír – de verdad La, comételo. Es una manera de hablar que al único que te puedes comer es a mí – el solo se corrige.
- Te juro que en cuanto te vea te como la boca – le digo y en este caso es un señor el que me mira con cara de desagrado – te echo mucho de menos.
- Yo más.
- Bueno, te dejo que acabo de llegar al bar. Esta noche si puedes, hablamos.
- Para ti siempre puedo – me dice, tan encantador como es él – Te quiero chispitas.
- Yo más cariño. Un beso – nos despedimos y tras guardar el móvil en el bolso, entro en el bar. Me acerco al camarero y pregunto – ¿Buenas, por casualidad está esperando el Señor Gutiérrez?
- No ha llegado aún. Usted es la señorita Espósito ¿verdad? – me pregunta y asiento. – Acompáñeme, su reserva es en el salón de dentro – lo sigo y entramos en el salón interior, es un poco más pequeño - ¿Quiere algo mientras espera?
- Agua por favor – pido y se marcha.
Me siento, miro el móvil por si tengo alguna noticia. El camarero me trae el agua y se lo agradezco. Al parecer el señor Gutiérrez no es precisamente puntual.
- Señorita Espósito, disculpe el retraso – escucho una voz detrás de mí – encantada de encontrarla por fin.

Esa voz… me giro deseando que no sea cierto, que todo sea una coincidencia… pero no. Cuando me giro es Óscar, mi ex, quien está detrás de mí.

2 comentarios:

Arii dijo...

Aaai no, que plaga que es!!

Alejandra dijo...

¿pero y este chulo a que viene ahora? He tardado en ponerme al día pero jolin lo flipo todo jaja

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