CAPÍTULO 63
- Óscar – digo sin poder
creerlo aun.
-
Hola Mariana – me saluda y toma mi mano para besarla – te presento a mi socio,
Alberto Gutiérrez.
-
Encantado de conocerla por fin, señorita Espósito.
- Lo
mismo digo – y nos saludamos dándonos la mano – no quiero ser descortés pero
creo que no me voy a quedar a la comida.
-
Pues si no te quedas, estarás siendo descortés – insiste Óscar que retra mi
silla para que me siente.
- El
descortés por no ponerte otro calificativo, eres tú que vives obsesionado
conmigo.
- No
es obsesión lo que siento por ti, preciosa.
- No
me vuelvas a tocar – retiro la cara cuando intenta acariciarla.
- No
sé de que os conoceréis pero creo que hemos venido a hablar de negocios y es lo
que pretendo poder hacer – interviene Alberto que ya estaba sentado –
Sinceramente Mariana, ¿puedo llamarte así? – me pregunta y asiento – estoy muy
interesado en hacer negocios con usted, creo que ambos saldríamos beneficiados.
-
Está bien. Simplemente voy a escuchar la propuesta porque has perdido tu tiempo
en venir hasta aquí Alberto –me atrevo a tutearlo y llamarlo por su nombre –
pero solo por ti. – Me siento y Óscar hace lo mismo – pero te advierto Óscar
que a la más mínima que insinúes, me largo de aquí.
Óscar
asiente y pedimos de comer cuando el camarero se acerca con la carta. Una vez
hacemos el pedido, empiezo a charlar con Alberto. Me cuenta que está interesado
en asociarse conmigo porque no le va nada bien en la academia o al menos no tan
bien como pretendía que le fuera y cree que si se unen ambas escuelas podríamos
ganar ambos. Empieza a hablarme de números, me dice que tiene escuelas en otros
países y que incluso se podría ofrecer a los alumnos programas de intercambio
costeados por la escuela, costes que asumiría el en un principio y que poco a
poco se irían sufragando con las ganancias de la escuela. Él se encargaría del
capital y yo de la parte creativa. Mientras comemos aclaramos más aspectos del
negocio.
-
Aun no entiendo que tiene que ver el señor O´kanna aquí. – digo interesada por
la propuesta pero reacia a tener cualquier relación con mi ex.
-
Óscar mi socio en otros negocios. El me ayudó a instalarme aquí en España,
llevo demasiados años en Alemania y no tengo contactos aquí. Pero el me comentó
que sí tenía amigos y conocidos que podrían ayudarme, entre ellos ti.
-
Que te aclaro y como podrás comprobar, entro en el paquete de “conocidos”. En
caso de que acepte, ¿él tendría algo que ver en nuestra negociación?
- No
Mariana, soy socio de Alberto en otras empresas que tiene de otra índole
completamente distinta.
- Es
bueno aclararlo porque no quiero nada que me una a ti – sí, seré borde pero se
lo merece.
-
Mariana, mi interés por las escuelas de baile es por mi mujer. Ella maneja la
que tenemos en Alemania, y además está enterada de cómo se trabaja y qué se
hace en la de Italia y Francia. Ahora mi hija después de formarse también
comenzó a trabajar con nosotros y quiere instalarse aquí en España, así que
decidí que era una buena oportunidad para expandirnos por un nuevo país y más
si era el mío.
- Yo
no voy a aceptar órdenes de nadie, en caso de que acepte. Además si tiene a su
hija, no sé que interés tiene en asociarse conmigo.
-
Porque no quiero competencia.
-
Eso no es legal, por si no lo sabe. No se puede monopolizar un sector, o un
ámbito en este caso.
- No
estoy monopolizando nada, simplemente quiero ofrecerle a la gente lo que se
merece y creo que usted es lo que se merecen mis futuros clientes, alumnos en
este caso.
-
¿Por qué Madrid? No me necesita, puede instalarse en otra ciudad y no soy su
competencia. Además tampoco tengo tanto prestigio. ¿Por qué yo?
-
Mariana no estás pasando por tu mejor momento empresarial precisamente. –
interviene Óscar – estas muy justa con los números y más ahora con la familia
que pretendes armarte.
-
Cuidado con lo que dices porque ya te he advertido que me largo – le digo
empezando a cabrearme.
- Al
fin de cuentas, Óscar tiene razón, yo necesito a alguien que me ayude a abrirme
paso en España y a ti te vendría de perlas tener a alguien que te cubra
ciertos… huecos que te está dejando la academia. – en ese momento le suena el
móvil. Se disculpa con nosotros se levanta y se va.
- No
me cuadra nada en realidad.
-
Pues te conviene que te cuadre Mariana, este año tuviste muchos menos alumnos
en el primer curso así que imagínate cómo te va a ir el curso próximo cuando la
academia de Alberto empiece a crearse fama.
-
¿Esto es un negocio o una amenaza? – pregunto enfadada – ¿Cómo sabes tanto de
mí?
- Te
tengo más vigilada de lo que crees.
-
Eres… ves cómo es obsesión lo que tienes conmigo… y lo peor de todo es que me
juego el cuello que tienes a mi madre a tu lado y que ambos estáis rezando para
que me vaya mal.
- Si
quisiera que te fuera mal, no habría convencido a mi amigo que se asocie
contigo. Así que no entiendo por qué piensas así de mí.
-
Porque el pasado pesa Óscar. Además si me llegara a asociar con Alberto, ya no
sería la dueña de mi escuela, eso sería como un medio fracaso... y me apuesto
lo que quieras que ahí aparecería mi madre para decirme “Te lo dije”.
-
Todos queremos lo mejor para ti Mariana – me dice y me toma la mano para
acariciarla – déjate aconsejar.
-
Mis amigos me aconsejan – digo y me levanto de la mesa – así que son ellos los
que me ayudarán a tomar la decisión. Ellos y mi pareja, que para eso la tengo.
- No
veo que te acompañe mucho – dice riéndose – cada dos por tres se va fuera de la
ciudad… no sabes lo que estará haciendo en estos momentos, quizás esté
disfrutando de alguna de sus compañeras actrices – dice sonriendo.
- Él
no juego conmigo como lo hiciste tú – le respondo. Me giro y me dispongo a
salir. A mitad de camino me encuentro a Alberto – Lo siento, pero me voy. No
puedo quedarme más, toma mi tarjeta, déjame consultarlo y pensar la propuesta y
te respondo.
-
Perfecto, espero que sea una respuesta afirmativa, esta es mi tarjeta ahí
tienes mi teléfono personal también – me dice él. Me da un beso en la mejilla
que respondo cordialmente y me dispongo a salir del bar. Cuando llego a la
puerta alguien me agarra y me gira - ¿Qué haces? - le pregunto a Óscar al verlo pegado a mí.
-
Esta no va a ser la última vez que nos veamos, te lo aseguro – me dice a muy
pocos centímetros de la cara, para después besarme y apretarme más a él.
Enseguida
empiezo a querer separarme pero me cuesta, me tiene sujetada de tal forma que
prácticamente me ha dejado los brazos inmovilizados. Me estaba agobiando por la
situación así que tuve que recurrir a dar un golpe bajo. No tuve más que
levantar mi rodilla derecha y golpear. Rápidamente me soltó y cruzó sus dos
manos sobre su entrepierna y me miró muy… pero muy mal. Algo que me dio mucha
risa.
-
Que sepas que eso es solo un anticipo de lo que te puede pasar si nos volvemos
a ver. No vuelvas a acercarte a mí, y mucho menos a besarme.
Sin
más, me giro y me voy a buscar mi coche. En la esquina me giro y veo cómo se ha
tenido que apoyar en la pared y sigue dolorido. No me da pena, él se lo ha buscado.
CAPÍTULO
64
-
Así que es detrás de todo esto está metido Óscar, este tío tiene un serio
problema.
-
Pues sí aunque él dice que no tiene nada que ver con este trato, pero no me fío
Euge. De verdad. Además tampoco tengo intención de expandirme ni mucho menos,
mi escuela es mía, es vuestra porque trabajáis en ella y la mantenemos a flote.
-
Pero Lali es cierto que este año lo hemos tenido más complicado y si le
seguimos teniendo como competencia…
- Ya
sé Euge pero… no quiero tener ni la más mínima posibilidad de tener algo que
ver con Óscar, y si llegamos a tener necesidad liquidez, acudo a un banco que
para algo están los préstamos o en un extremo caso, hablo con mi padre y mis
abuelos.
- Yo
estoy con Lali, gorda – dice Nacho saliendo de la cocina con café para los tres
– no nos conviene meter a alguien externo y que además no conocemos. Además
creo que no nos debemos anticipar a nada, de momento estamos bien. Es cierto
que no hemos tenido el mismo éxito que estos años atrás, pero tampoco nos
enterremos nosotros solos. No pongamos la tirita antes de hacer la herida.
- Sí
Nacho creo que es lo mejor. – busco mi móvil y la tarjeta que me ha entregado
Alberto y marco su número – Buenas tardes Alberto, cuando puedas llámame por
favor que me gustaría hablar contigo sobre la propuesta que me hiciste, muchas
gracias. – Le dejo un mensaje en el contestador porque no me atiende y cuelgo.
- No
te lo ha cogido ¿no? – pregunta Euge.
-
No, así que cuando me llame se lo diré. Chicos gracias por la merienda y por
los consejos, me voy a casa que tengo que repasar algunas de las coreografías
de la fiesta de navidad. Además mientras bailo descargo toda esta tensión que
llevo encima después del encuentro con Óscar.
- Si
quieres me voy contigo y así no estás sola amiga.
- No
te preocupes, además con esa panza que tienes ya tampoco es que puedas estar
mucho tiempo haciendo lo que se te antoje que el médico te ha mandado reposo.
-
¿Cuando llega Peter? – pregunta Nacho – tengo ganas de quedar con él para ir a
jugar al fútbol con los chicos.
-
Pues en principio si no hay cambio de planes llega en dos días.
-
¿Vas a contarle de tu encuentro con Óscar? – me pregunta Euge.
-
Sí, pero cuando llegue. Está concentrado en el trabajo y si le cuento que Óscar
está aquí incluso se va a querer venir antes así que mejor ya le cuento lo de
la reunión cuando llegue. Además tampoco tiene importancia.
-
Pero no dejes de contárselo porque conociendo a Óscar es capaz de buscarlo para
contarle que habéis comido juntos y ya sería una versión distorsionada de lo
que en realidad ha pasado.
- Se
lo voy a contar de verdad, no le miento nunca a Peter excepto en la sorpresa
que le estoy preparando pero eso no es mentir es… ocultar información
confidencial – bromeo sobre el baile para pedirle matrimonio.
Reparto
besos entre ellos y la panza de mi amiga y salgo de la casa de Nacho. Bajo al
garaje del edifico donde he dejado mi coche y me monto para dirigirme a casa. Recibo
un mensaje de Julia diciéndome que me invitan a su casa que acaban de ver una
casa que creen que es perfecta para nosotros. La verdad con todo esto de la
sorpresa para Peter he dejado de buscar y está todo muy parado, así que me
desvío del camino de mi casa para dirigirme a ver a las chicas.
Cuando
llego, llamo y subo. Julia me espera en la puerta con Eva en brazos. Antes
incluso de saludar a mi amiga cojo a la pequeña entre mis brazos y la acurruco
con cuidado.
-
Sonia me estoy cansando ya de esto – se queja mientras va delante de mí por el
pasillo – todo el mundo me hace lo mismo, me quita a las niñas de los brazos y
a mí ni siquiera un triste hola me dicen.
-
Perdón Juli, pero es que las veo y me muero un poquito de amor. Un poquito
mucho son tan chicas, tan comestibles, tan…
- Sé
que cuando crezcan todos nos vamos arrepentir de no habérnoslas comido. Te
aviso que Eva está un poquito revoltosa con los gases no te asustes si de la
nada se pone a llorar.
- Mi
niña pobrecita – digo acariciando su tripa. Suelto el bolso en la mesa del
comedor, le doy besos a esas dos madrazas, beso la manita de Lucila que está
durmiendo en su coche y me siento en el sofá con Eva en brazos. – Os aviso que
en cuanto Peter vuelva lo tenéis aquí metido por… una semana más o menos.
- Yo
encantada cielo, y si vienes con él mejor – dice Sonia y las tres reímos –
hemos encontrado una casa que te va a encantar. – Julia se acerca con tablet en
mano – es un adosado, tiene una piscina de un buen tamaño suficiente para
nosotros, con cinco dormitorios, salón comedor, cocina bastante grande como
estás viendo y que da al jardín. Todos los dormitorios están en la planta de
arriba – me decía mientras iba pasando fotos – abajo además del salón, comedor,
cocina y baño también hay otras dos habitaciones que ya pensaremos para que
utilizarlas.
- Es
genial. – digo asombrada pasando aun más fotos.
-
Además está cerca del centro, es una zona buena… yo estoy enamoradísima de la
casa, sobre todo del jardín que tiene – aclara Sonia.
- Es
perfecta – digo levantándome y poniendo a Eva en su cuna que ya se ha dormido.
– Mandadme la dirección por correo, por Facebook… por donde queráis, para
enseñársela a Peter cuando regrese.
-
Sabe que si las tres estamos de acuerdo no va a poder con nosotros – aclara
Julia – venga anda, vamos a brindar – se va a la cocina y vuelve con tres copas
llenas de vino tinto – por nuestra casi nueva casa.
Sonia
y yo nos unimos al brindis y allí paso con ellas lo que queda de tarde hasta
que me empieza a entrar demasiada morriña y me despido de las chicas y mis
pequeñas favoritas para irme a casa a cenar y descansar. Me monto en el coche y
tardo más de lo que pensaba en llegar a casa, hay un tráfico horroroso. Cuando
por fin llego a casa, subo y abro la puerta. Entro y cuando voy a encender la
luz del salón empieza a sonar Ed Sheeran con
su Thinking Out Loud y me abrazan por
detrás.
- Mi
amor – me dice dejando su cara en mi cuello y oliéndome – te he echado tanto de
menos.
- Yo
más – respondo y le doy más acceso a mí para que ahora me bese. Empieza a
girarme y rápidamente busco sus labios. – me has hecho tanta falta todo el
tiempo.
- A
mí también.
-
¿Qué haces aquí? – pregunto sorprendida pero sin dejar de besarlo.
-
Tenía demasiadas ganas de verte. Los chicos han tenido varios problemas así que
hemos terminado antes de lo previsto y me ha dado igual la hora, me he pillado
el primer vuelo que había y me he venido para acá.
-
Eres tan… perfecto que pareces mentira.
-
Pues soy muy real, si no, siente – dice y me muerde el hombro haciéndome reír –
hueles a bebé, ¿has estado con las niñas?
- Sí
y están hermosas. Estando con ellas te echo menos de menos – le confieso, y de
un salto, rodeo su cintura con sus piernas, mis brazos a su cuello y lo beso
entrelazando su lengua con la mía.
- Te
amo chispita – dice quitándome el bolso y el chaquetón que aun llevo puesto –
la cena está lista.
- Te
quiero a ti ahora… después cenamos – le respondo y sonríe.
Entre
besos y caricias llegamos hasta la habitación donde volvemos a disfrutarnos el
uno al otro. Hacemos el amor y cuando estoy exhausta decido meterme cinco
minutos en la ducha, cuando salgo con mi pijama ya puesto, Peter está
terminando de colocar los platos en la mesa.
- Lo
he tenido que calentar…
- Te
he tenido ya como cena, esto es el postre – le digo y lo beso.
Mientras
cenamos me cuenta todo lo que ha hecho en Barcelona, todo lo que ha grabado, a
la de gente que ha conocido y me da una taza que me ha comprado. Cuando
terminamos, recogemos todo y me acuerdo de lo de la casa, corro a por la tablet
al cuarto y cuando vuelvo Peter tiene su móvil en la mano y me mira muy serio.
-
Peter ¿qué pasa? ¿Son Sonia y Julia? ¿Las niñas están bien? – pregutno mientras
me acerco a él más rápidamente.
-
Ojalá fueran ellas – me dice y me da el móvil – No quiero pensar nada hasta que
no me lo expliques porque estoy seguro que tiene que haber una explicación para
eso – dice y miro el móvil.
Cuando
enciendo la pantalla, aparecen fotos. Fotos donde salgo yo, entrando al bar,
sentada sola, a Óscar besando mi mano, a Óscar y yo comiendo juntos y solos… en
ninguna foto aparece Alberto. Y para rematar, una foto del beso que me dio
Óscar al salir del bar.
- Te
lo juro que no quiero pensar nada pero es que da para pensar – dice y se va a
sentarse al sofá.
-
Obviamente tiene una explicación – le sigo y me siento junto a él. Dejo el
móvil en la mesa y agarro sus manos para después hacer que me mire a los ojos –
necesito que antes incluso de darte esa explicación me digas que me crees.
Necesito que a pesar de que pueden parecer una clara evidencia de que te he
engañado, me digas que me quieres y que confías en mí – le pido con las
lágrimas a punto de escapar de mis ojos – lo necesito Peter. Necesito que sin
darte explicaciones confíes en mí porque me amas y sobre todo porque necesito
que me digas que sabes que jamás pondría lo nuestro en peligro y menos aún por
Óscar, por favor. Por favor te lo pido, dime que confías en mí.
4 comentarios:
++++++++++
Maldito ooscar, seguro planeo todo
Ni confio en el supuesto socio,mucha casualidad k cuando no está presente le hagan fotos con Oscar.
Una basura ,asqueroso Oscar.
Al menos Peter le dice k no quiere pensar nada hasta k ella le explique.
sabía que no iba a traer cosas buenas el esperpento este
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