Capítulo 4 - ¡Ni que fuera verdad!

Buenas tardes, días o noches, según desde el lugar y el momento en el que leáis. Aquí vuelvo con otro capítulo más, un poquito más de los dos protagonistas creo que os va a gustar =).

Gracias por leer, gracias por comentar, no dejéis de hacerlo por favor. Un beso, y disfrutad.

El capítulo de hoy está dedicado a Yari, Felicidades chiqui!!!

Hasta la semana que viene. MUACKS!

PD: María está subiendo nueva nove en su blog, http://novesdepeterylali.blogspot.com.es/ esa es la dirección, pinta muy bien la nove =)

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CAPÍTULO 4

- He tenido un par de relaciones serias pero no han durado ninguna más de un año – respondí sin querer dar muchos detalles.

- ¿Puedo preguntar por qué?

- No me gusta hablar mucho de eso pero creo que tienes que saberlo. La primera relación que tuve fue con Víctor, un chico de Chile, lo conocí aquí en España mientras estudiaba. Esa relación empezó con fecha de caducidad porque estaba aquí de intercambio, así que lo pasamos bien juntos mientras estuvo aquí pero nada más, aunque tengo que confesarte que me terminé enganchando a él más de lo que debía y cuando se fue lo pasé un poco mal. Seguimos en contacto, pero solo como amigos. Cuando terminé la carrera hice un viaje y en Roma conocí a Marcello. Estuvimos un tiempo tonteando, porque yo solo me quedaba un par de semanas, pero cuando me volví él dijo que se venía conmigo. Yo estaba feliz porque me había enamorado de él y hasta donde creía el también de mí. Ocho meses después le ofrecieron irse de gira siendo parte de los bailarines de un grupo italiano muy famoso, y él no se lo pensó dos veces. Quería que siguiéramos la relación a distancia, pero no funcionó. Lo intentamos, pero es muy difícil poder mantener algo así, el terminó liándose con una compañera del grupo y cuando me lo contó para pedirme perdón, le dije que ya no tenía sentido seguir con lo que teníamos – Peter me escucha muy atento mientras yo parpadeo rápido para evitar que las lágrimas salgan de mis ojos.

- Marcello te gustaba de verdad – afirma él.

- Sí, después de lo de Víctor me costó enamorarme de alguien, y cuando lo encontré se volvió a terminar. Desde entonces, desde hace casi cinco años no tengo una relación seria.

- ¿Y algún amor de la adolescencia?

- Ninguno. Amores sí, pero ninguna relación. La única relación que tuve desde los dieciocho hasta los veinte años fue con Óscar, y porque mi madre se empeñó. Es cierto que me gustaba y pensé que podía enamorarme de él. Pero es el ser más egocéntrico y pedante que he conocido en toda mi vida. Aun a sabiendas de que el baile era mi pasión, apoyó a mi madre cuando ella me impidió seguir aprendiendo. Desde ese momento, todo fue de mal en peor, hasta que cuando me decidí mudarme aquí, lo dejé – me sincero con Peter, siento como la confianza cada vez es mayor entre nosotros. – Lo que sí creo que debes saber, es que lo más seguro que mi madre lo invite a la reunión familiar. Me lo dijo cuándo me llamó. Sus padres son amigos de la familia, y seguramente ella y mi tía María los inviten para anunciar lo que mi prima vaya a decirnos.

- Voy a tener que cuidarte más de lo que pensaba entonces – me dice sonriendo.

- Sé cuidarme solita, nunca me ha hecho falta un tío para salir de ninguna situación. - Le aclaro. - Pero te agradecería que no me dejaras nunca sola cuando estén mi madre y Óscar cerca, por favor – le pido con cara de desesperada.

- Te lo prometo – se ríe él.

- Cuéntame algo de ti. De tu familia, tus amigos, lo que te gusta hacer…

- Mi madre es de Cádiz y mi padre de Huelva, y ambos viven en Cádiz. Se conocieron cuando eran adolescentes y desde entonces están juntos. Tengo una hermana con 32 años y otra con 26.

- ¿Eres el mediano entonces? – preguntó, porque no estoy segura de su edad.

- Sí, 30 añitos recién cumplidos, aunque por supuesto, no los aparento – me dice con aires de interesante.

- ¿Recuerdas que te he dicho que no me gusta Óscar por lo pedante que es? – le recuerdo y bromeamos.

- Mi hermana mayor se llama Lorena está casada con Miguel, y tengo dos sobrinos mellizos de 6 años – saca su móvil, lo desbloquea y me muestra el fondo – Mario y Manu. La que está con ellos es mi hermana Irene, la pequeña, que está preparando su boda con Sergio. Aunque los dos viven aquí, porque han estado trabajando aquí un par de años, la boda van a celebrarla en Cádiz.

- Así que además de ser andaluza por parte de padre, y tener a mis primos y mis tíos allí, ahora tengo un novio andaluz también. – Bromeo.

- Pues eso parece – me responde y me guiña un ojo.

- ¿Cómo se llaman tus padres? – pregunto.

- Claudia y Pedro.

- ¿Y a ti por qué te dicen Peter? – curioseo más en su vida.

- Mi madre me suele llamar Pedro, es la única que suele hacerlo. Mi hermana Lorena de pequeña estaba apuntada en clases de inglés y descubrió que mi nombre se podía traducir, así que empezó a decirme Peter y ya pues se me quedó. ¿Y a ti por qué te dicen Lali?

- Si no recuerdo mal, es porque mi prima Megan, un par de años menor que yo, de pequeña me llamaba Lala en un intento de llamarme Tata. Y ya empezaron todos a decirme Lala, Lali, Lalita… Allí, los conocidos de la familia suelen llamarme Marella.

- Otro dato más que me apunto.

- Hoy ha sido una jornada intensiva para conocernos.

- Sí, ha sido muy productivo. Te hago una última pregunta y ya me quedo tranquilo, ¿puedo?

- Dispara.

- El tatuaje que tienes en la panza ¿qué significa? – pregunta con una sonrisa pícara y yo recuerdo cuando lo vio.

- Es un símbolo dibujado por mi prima Rocío, dibuja muy bien. Es un trébol de la suerte hecho como con hilos, que representa la vida. Me lo hice con 25 años. Mi prima Rocío, que es como una hermana para mí, también lo tiene en el mismo sitio. – digo poniéndome algo colorada.

- ¿Te da vergüenza contarlo? – pregunta sabiendo a dónde quiere llegar.

- No, lo que me da vergüenza es saber por qué sabes que tengo el tatuaje.

- No pasó nada Lali.

- Eso me da más vergüenza todavía – agrego y mis colores aumentan.

- ¿Te da vergüenza recordar cómo me dejaste?

- Basta Peter – le pido riendo – estaba borracha.

- Sí claro. No tenías mucho interés en acabar lo que empezaste – bromea él – ya lo sé Lali, yo también lo estaba. Pero quizás si aquella noche hubiéramos llegado a acostarnos, no te hubieras atrevido a llamarme para que te ayude con todo esto.

- No lo sé. Desde aquella noche no nos hemos vuelto a ver hasta ayer y me daba mucha vergüenza. Pero no tengo otra alternativa, necesito que mi madre me deje en paz, no podría soportar que me echara en cara que soy una fracasada en el amor.

- Funcionará. Y la próxima vez que la vuelvas a ver, estoy dispuesto a ayudarte pero no porque seas mi cliente sino porque somos amigos.

- Gracias – le sonrió – solo espero que para la próxima vez, tenga una pareja de verdad.

- Va siendo hora de que me vaya – dice mirando el reloj que lleva en su mano derecha.

- Sí, a lo tonto, llevamos casi todo el día, juntos.

- Pues sí pero era necesario ponernos al día.

- Mañana voy a buscar los billetes de avión, y demás está decir que corren por mi cuenta – le digo – muchas gracias por todo Peter – le doy un abrazo cuando estamos en la puerta y en ese momento Euge abre.

- Upppss perdón – dice mi amiga sonriendo.

- No te preocupes Euge, yo ya me voy. Hablamos Lali, hasta mañana.- me da un beso a mí, otro a Euge y se va.

Me voy al salón, y Euge después de cerrar la puerta me sigue.

- ¿Estabais practicando para actuar delante de tu familia? Porque te digo que se os veía muy a gusto.

- Nos estábamos abrazando porque nos estábamos despidiendo Eugenia. Además, las llaves de mi casa las tienes por si hay alguna urgencia, no para que entres cuando te da la gana – le recuerdo.

- Creía que no había nadie. No se escuchaba ningún ruido y venía a coger un poco de leche que no tengo. – se excusa.

- Si claro.

- De verdad.

- Pues toma – digo abriendo la nevera y dándole la leche – ya te puedes ir.

- Que malaje eres hija mía. Ya que estoy aquí, ¿Qué tal os ha ido el día? – pregunta y yo me río.

- Ves como venías a cotillear – le digo y ahora es ella la que se ríe. – Bien, nos ha ido muy bien. Nos hemos contado cosas de nuestras vidas para poder crear nuestra historia de pareja.

- Pegáis mucho como pareja – recalca ella.

- Hemos tratado poco, pero en estos días hemos cogido más confianza que en el tiempo que llevo conociéndolo.

- En el tiempo que llevas conociéndolo apenas habéis tratado.

- Ya, ya lo sé.

- ¿Qué te pasa? – me pregunta.

- Nada.

- Algo te pasa, que nos conocemos hace unos cuantos años ya Mariana – cuando me llama por mi nombre me recuerda a mi madre – Ah! ¡Peter te gusta!

- No – digo muy convencida.

- Te gusta, te gusta, te gusta – empieza a canturrear.

- ¡Que no! – le repito – Euge, hay algo que no te he contado. La última vez que salimos los cuatro juntos, cuando os dejamos solos a Nacho y a ti, Peter me acompañó a casa. Estábamos los dos bastante borrachos y casi nos acostamos.

- ¿Y me dices aún que no te gusta? ¿Y cómo que casi? ¿Por qué no os acostasteis? Y lo más importante ¿por qué no me los has contado?

- Por partes. No te lo conté porque no tenía importancia, no pasó nada. Y no pasó nada porque era tal la que llevaba encima que me quedé dormida. – le cuento y ella se ríe – Idiota, no te rías. Por eso no dudaba si llamarlo, desde aquel día no lo veía. Me moría de la vergüenza.

- Normal – dice mientras sigue riéndose.

- Y no, no me gusta. Puede ser que me atraiga algo, y no te niego que el muchacho está para hacerlo padre, pero no me gusta.

- Ni tú te lo crees Lali.

- No quiero meter la pata, y ahora mismo no puede gustarme o en Irlanda puedo meter la pata. Además, desde que estuve con Marcello no tengo novio y no quiero pareja, no tengo ganas.

- Hija que no te estoy diciendo que te cases con él, pero sí que te des unas cuantas alegrías para el cuerpo. – me anima.

- Ahora tengo que centrarme en hacerle creer a mi madre todo este montaje. Cuando volvamos, quizás me de esa alegría para el cuerpo, si él quiere – digo y mi amiga se ríe.