¡Buenas tardes! Ya dije ayer que no os iba a hacer esperar y que hoy había capítulo y para curarme en salud y prevenir posibles inconvenientes, he dejado este capítulo programado así seguro que había.
Espero que lo disfrutéis igual o más que el anterior. GRACIAS y BESOS.
CAPÍTULO
32
Me suele pasar que cuando
estoy durmiendo y alguien me mira fijamente, lo noto y me despierta. Había
pasado una noche malísima, dando mil vueltas en la cama y pensando en lo que me
había pasado con Peter. Notaba la claridad de la mañana, pero además notaba a
alguien mirándome y me terminé despertando por completo. Abrí los ojos,
creyendo que era sensación mía porque estaba sola no podía haber nadie en casa.
Pero me equivoqué, porque vi a Peter sentado a los pies de la cama mirándome
fijamente. Me senté casi de un salto del susto que me dio.
- Me cago en tu puñetera
madre aunque sea una santa. ¿Qué coño haces aquí? – le dije con una mano en el
pecho.
- Te amo – me dijo
sonriendo.
- Eso no contesta a mi
pregunta, idiota – le dije bastante enfadada – por poco y no me da un infarto.
– él ante mi enfado se reía más - ¿Me quieres decir cómo has entrado? – le
pregunté levantando el tono de voz y tirándole un cojín.
- Euge me abrió, le dije que
quería darte una sorpresa.
- A Eugenia le tengo que
quitar las llaves de mi casa lo tengo decidido – dije levantándome y poniéndome
una sudadera porque me había entrado frío.
- Buenos días chispita – me
dijo agarrándome del brazo y sentándome en sus piernas para después darme un
beso.
- No sé si crees que se me
ha olvidado tu paternidad, pero no es así – le dije cortando el beso.
Me levanté y entre en el
baño. Me lavé la cara, me recogí el pelo en una cola y salí. Peter me esperaba
en el salón con el desayuno hecho.
- Al menos desayuno bien
gracias al chantaje que me quieres hacer – dije sentándome en el sofá.
- No es ningún chantaje,
quise despertar a mi novia con un desayuno. – me respondió sin perder la
sonrisa.
Desayuné – porque era todo
para mí – mientras él me miraba. No dije absolutamente nada en todo el tiempo,
no sabía que decir ni que hacer no había podido pensar en que iba a pasar con
nosotros. Fui a poner la TV pero no me dio tiempo a coger el mando a distancia
cuando él me lo quitó para guardarlo.
- Tenemos que hablar Lali,
por favor – me pide ya sin su sonrisa.
- No quiero – le digo – no
sé qué quiero hacer, no sé qué pienso, qué siento… no sé Peter – le soy sincera.
- Sí sabes. Sabes que nos
queremos y que nos quedan muchísimas cosas por hacer y por vivir juntos – me
dice él, completamente convencido.
- Mis sentimientos por ti
son seguros – le respondo – pero ante esta nueva situación, yo no sé qué pinto.
- Pintas que eres mi novia,
la persona a la que quiero y con la que elijo compartir todos los momentos de
mi vida que sean posibles.
- ¿Y Sonia? Y esta chica, la
novia – intento recordar el nombre – Julia, ¿qué pasa con ellas y él bebé?
Porque es vuestro hijo no mío. ¿Y por qué no me dijiste nada Peter?
- No sabía La, me enteré
ayer.
- Pero sí sabías que querías
ser padre. Sí sabías, que eras el donante de esas chicas. Joder Peter, que no
es una tontería cualquiera que se te olvida.
- Si me dejas, te explico
todo con pelos y señales.
- Está bien – le digo acomodándome
en el sofá.
- No es el primer intento
que hacen. Intentaron adoptar pero no pudieron, aunque parezca mentira por ser
dos madres no tienen muchos puntos, no es una familia estructurada al parecer.
- Yo tengo padre y madre y
tampoco es muy estructurada que digamos – añado molesta por ese hecho de que
dos chicas tengan trabas en pleno siglo XXI por ser lesbianas.
- Sonia siempre fue mi
amiga, desde que conoce a mi hermana Irene, y es una de mis mejores amiga, no
te digo mi hermana porque sonaría raro – dice y ambos reímos. – Me pidió si yo
estaría dispuesto a ser donante y después de pensármelo dije que sí, pero que
quería que el bebé supiera que yo era su padre, quería estar presente para él o
para ella. En principio la que iba a quedarse embarazada era Julia, pero lo
intentaron durante año y medio y no podía. Sonia tenía terror a parir, no
quería y yo casi ya que había descartado la idea, pero hace poco más de tres
meses Sonia lo intentó.
- ¿Y no me lo has dicho
hasta ahora? Yo flipo contigo, chaval. – digo indignada.
- Relaja chispita. No me
dijeron nada por dos motivos: uno, no sabía que estaba contigo; y dos, no
querían decirme nada hasta no estar seguras que el embarazo llegaría a buen
término. La verdad lo pasé muy mal las veces anteriores, y ellas también. Nos
ilusionábamos y algo pasaba siempre.
- Lo siento – le digo algo
triste, conmovida por lo que los tres han pasado.
- No sé, pienso que si pasó
fue por algo.
- Tú y tu filosofía de vida –
acoto y le acaricio la cara.
- Siempre me han gustado los
niños, y no quería perder la oportunidad de ser padre por no tener pareja. Qué
mejor, que compartir paternidad con mis dos grandes amigas y hacerlas felices a
ellas también.
No sé qué decir, porque lo
noto tan sincero que me llena el alma de placer al saber y comprobar lo buena y
gran persona que es.
- Después te conocí a ti, y
cuando me empezaste a gustar sí se me cruzó por la cabeza “quizás es genial
también compartir paternidad con tremenda mujer”. No te asustes, no estoy loco,
sé que llevamos poco tiempo estando juntos y no tenía en mente proponerte tener
un hijo.
- ¿No tenías? – pregunto porque
uso un tiempo verbal en pasado.
- No, no tenía en mente proponértelo.
Pero ahora es diferente – me dice y empiezo, literalmente, a acojonarme – Ahora
la vida me da la oportunidad de ser padre junto a dos mujeres maravillosas como
son Sonia y Julia, pero además me ofrece también poder compartir esto que me
está pasando contigo Lali. Siento que si no ocurrió antes, fue porque tenías que aparecer en mi vida para hacer frente a esto.
Me quedo muda, en mi cabeza
solo se me pasa la idea de querer se bruja para desaparecer en este momento.
- No es fácil lo que te
estoy diciendo, lo sé – dice al verme la cara, que dicho sea de paso, tiene que
ser un poema – Pero sería inmensamente feliz si aceptaras ser la madre de mi
hijo – cuando dice “madre” hasta yo misma me noto que me estoy poniendo blanca –
No te asustes – dice riendo – Ok, cambiemos la palabra madre, que ya va a tener
dos, por la de tía o simplemente, la persona que hace feliz a su padre. ¿Qué
dices?
- Que es muy fuerte, que
todo me pasa a mi, eso digo – vuelvo a ser sincera – Vamos a ver Peter, te
quiero, te juro que te quiero. Pero es que no me veo capacitada para ser madre,
de verdad que no creo que sea capaz.
- Te encantan los niños
Lali, con tus primos eres lo más, yo te he visto.
- Porque son de prestado,
como yo digo. Si pone malo, si llora, si chilla… están sus padres. Tengo prácticamente
treinta años y ahora que estaba empezando a salirme algo bien contigo, ocurre
esto. Soy gafe, mi madre tiene razón, una fracasada en el amor, eso soy.
- No digas eso Lali, me
acabas de decir que me quieres.
- Sí, y no sé si me asusta
más que otra mujer que no sea yo te vaya a dar un hijo, o que con el poco
tiempo que llevamos juntos yo me plantee la posibilidad de querer darte un hijo
mío, nuestro. – le confieso. – No sé si vamos a llegar muy lejos, ¿qué pasa si
me encariño con el niño y después cortamos?
- ¿Por qué siempre tan
negativa?
- Pues porque cuando no lo
soy es la vida la que se encarga de darme con la negatividad en la cara de un
bofetón.
- Te quiero, me quieres. Es
una situación complicada pero que vamos a saber llevar para adelante. Te vas a
llevar de maravilla con Sonia y con Julia, y ese niño que viene en camino va
ser el más afortunado por tener la familia que va a tener.
“Lo quieres idiota, ¿qué más
da si esto es una locura? Acepta vivirla con él” me dice una vocecita en mi
interior. “Todo es una locura desde el principio, y las locuras no pueden salir
bien nunca” me dice otra voz en mi interior. Estoy empezando a volverme loca,
lo que me faltaba. Peter no para de acariciarme las manos, y ese contacto me
hace sentirme segura, protegida, amada… sentimientos demasiado fuertes que no
recordaba si los había sentido alguna vez, al menos no tan certeros y plenos.
- Esto es una locura desde
el principio – le digo – Y una locura va a ser también la familia que va a
tener – continuo en su cara va a apareciendo la misma sonrisa que se me va
dibujando a mí – tres madres, un padre, unos cuantos tíos y ocho abuelos, si a
mi madre no le da un patatús cuando se entere de todo esto.
No he terminado de hablar
cuando ya me está abrazando y besando toda la cara y yo disfruto de esa
felicidad plena que me invade por dentro.
- Te amo, te amo Lali. Te
juro que estaba muerto de miedo, anoche cuando pasó todo…
- Shhh – lo hago callar de
un beso – Yo sigo estando muerta de miedo, pero contigo se me olvida a ratos.
Te amo Peter, y no voy a dejar que nada ni nadie me quite este amor.
Nos besamos y nos abrazamos
durante un buen rato.
- Eso sí, voy a ser la madre
que le consienta todo, sino, no hay trato – le advierto y ambos reímos para
después envolvernos en un nuevo abrazo que nos lleva al dormitorio.
7 comentarios:
me encanto
que lindos .. masssssssss
Jajjajajjaja,se le quitó el miedo con el amor d Peter.
Una gran familia va a tener ese bebé.
No sería una verdadera madre si no l@ consintiera.
no me gusto el vuelco que dio la historia, demasiado open mind para mi sorry
Me encantò el Capi sobre todo que lali haya aceptado la.paternidad de Peter que es un gran acto de Amor :)
Ruthy
es genial tu novela me encanta
Me encanta, inmilla!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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