martes, 14 de octubre de 2014

Capítulo 32 - ¡Ni que fuera verdad!

¡Buenas tardes! Ya dije ayer que no os iba a hacer esperar y que hoy había capítulo y para curarme en salud y prevenir posibles inconvenientes, he dejado este capítulo programado así seguro que había.

Espero que lo disfrutéis igual o más que el anterior. GRACIAS y BESOS.


CAPÍTULO 32

Me suele pasar que cuando estoy durmiendo y alguien me mira fijamente, lo noto y me despierta. Había pasado una noche malísima, dando mil vueltas en la cama y pensando en lo que me había pasado con Peter. Notaba la claridad de la mañana, pero además notaba a alguien mirándome y me terminé despertando por completo. Abrí los ojos, creyendo que era sensación mía porque estaba sola no podía haber nadie en casa. Pero me equivoqué, porque vi a Peter sentado a los pies de la cama mirándome fijamente. Me senté casi de un salto del susto que me dio.

- Me cago en tu puñetera madre aunque sea una santa. ¿Qué coño haces aquí? – le dije con una mano en el pecho.

- Te amo – me dijo sonriendo.

- Eso no contesta a mi pregunta, idiota – le dije bastante enfadada – por poco y no me da un infarto. – él ante mi enfado se reía más - ¿Me quieres decir cómo has entrado? – le pregunté levantando el tono de voz y tirándole un cojín.

- Euge me abrió, le dije que quería darte una sorpresa.

- A Eugenia le tengo que quitar las llaves de mi casa lo tengo decidido – dije levantándome y poniéndome una sudadera porque me había entrado frío.

- Buenos días chispita – me dijo agarrándome del brazo y sentándome en sus piernas para después darme un beso.

- No sé si crees que se me ha olvidado tu paternidad, pero no es así – le dije cortando el beso.

Me levanté y entre en el baño. Me lavé la cara, me recogí el pelo en una cola y salí. Peter me esperaba en el salón con el desayuno hecho.

- Al menos desayuno bien gracias al chantaje que me quieres hacer – dije sentándome en el sofá.

- No es ningún chantaje, quise despertar a mi novia con un desayuno. – me respondió sin perder la sonrisa.

Desayuné – porque era todo para mí – mientras él me miraba. No dije absolutamente nada en todo el tiempo, no sabía que decir ni que hacer no había podido pensar en que iba a pasar con nosotros. Fui a poner la TV pero no me dio tiempo a coger el mando a distancia cuando él me lo quitó para guardarlo.

- Tenemos que hablar Lali, por favor – me pide ya sin su sonrisa.

- No quiero – le digo – no sé qué quiero hacer, no sé qué pienso, qué siento… no sé Peter – le soy sincera.

- Sí sabes. Sabes que nos queremos y que nos quedan muchísimas cosas por hacer y por vivir juntos – me dice él, completamente convencido.

- Mis sentimientos por ti son seguros – le respondo – pero ante esta nueva situación, yo no sé qué pinto.

- Pintas que eres mi novia, la persona a la que quiero y con la que elijo compartir todos los momentos de mi vida que sean posibles.

- ¿Y Sonia? Y esta chica, la novia – intento recordar el nombre – Julia, ¿qué pasa con ellas y él bebé? Porque es vuestro hijo no mío. ¿Y por qué no me dijiste nada Peter?

- No sabía La, me enteré ayer.

- Pero sí sabías que querías ser padre. Sí sabías, que eras el donante de esas chicas. Joder Peter, que no es una tontería cualquiera que se te olvida.

- Si me dejas, te explico todo con pelos y señales.

- Está bien – le digo acomodándome en el sofá.

- No es el primer intento que hacen. Intentaron adoptar pero no pudieron, aunque parezca mentira por ser dos madres no tienen muchos puntos, no es una familia estructurada al parecer.

- Yo tengo padre y madre y tampoco es muy estructurada que digamos – añado molesta por ese hecho de que dos chicas tengan trabas en pleno siglo XXI por ser lesbianas.

- Sonia siempre fue mi amiga, desde que conoce a mi hermana Irene, y es una de mis mejores amiga, no te digo mi hermana porque sonaría raro – dice y ambos reímos. – Me pidió si yo estaría dispuesto a ser donante y después de pensármelo dije que sí, pero que quería que el bebé supiera que yo era su padre, quería estar presente para él o para ella. En principio la que iba a quedarse embarazada era Julia, pero lo intentaron durante año y medio y no podía. Sonia tenía terror a parir, no quería y yo casi ya que había descartado la idea, pero hace poco más de tres meses Sonia lo intentó.

- ¿Y no me lo has dicho hasta ahora? Yo flipo contigo, chaval. – digo indignada.

- Relaja chispita. No me dijeron nada por dos motivos: uno, no sabía que estaba contigo; y dos, no querían decirme nada hasta no estar seguras que el embarazo llegaría a buen término. La verdad lo pasé muy mal las veces anteriores, y ellas también. Nos ilusionábamos y algo pasaba siempre.

- Lo siento – le digo algo triste, conmovida por lo que los tres han pasado.

- No sé, pienso que si pasó fue por algo.

- Tú y tu filosofía de vida – acoto y le acaricio la cara.

- Siempre me han gustado los niños, y no quería perder la oportunidad de ser padre por no tener pareja. Qué mejor, que compartir paternidad con mis dos grandes amigas y hacerlas felices a ellas también.

No sé qué decir, porque lo noto tan sincero que me llena el alma de placer al saber y comprobar lo buena y gran persona que es.

- Después te conocí a ti, y cuando me empezaste a gustar sí se me cruzó por la cabeza “quizás es genial también compartir paternidad con tremenda mujer”. No te asustes, no estoy loco, sé que llevamos poco tiempo estando juntos y no tenía en mente proponerte tener un hijo.

- ¿No tenías? – pregunto porque uso un tiempo verbal en pasado.

- No, no tenía en mente proponértelo. Pero ahora es diferente – me dice y empiezo, literalmente, a acojonarme – Ahora la vida me da la oportunidad de ser padre junto a dos mujeres maravillosas como son Sonia y Julia, pero además me ofrece también poder compartir esto que me está pasando contigo Lali. Siento que si no ocurrió antes, fue porque tenías que aparecer en mi vida para hacer frente a esto.

Me quedo muda, en mi cabeza solo se me pasa la idea de querer se bruja para desaparecer en este momento.

- No es fácil lo que te estoy diciendo, lo sé – dice al verme la cara, que dicho sea de paso, tiene que ser un poema – Pero sería inmensamente feliz si aceptaras ser la madre de mi hijo – cuando dice “madre” hasta yo misma me noto que me estoy poniendo blanca – No te asustes – dice riendo – Ok, cambiemos la palabra madre, que ya va a tener dos, por la de tía o simplemente, la persona que hace feliz a su padre. ¿Qué dices?

- Que es muy fuerte, que todo me pasa a mi, eso digo – vuelvo a ser sincera – Vamos a ver Peter, te quiero, te juro que te quiero. Pero es que no me veo capacitada para ser madre, de verdad que no creo que sea capaz.

- Te encantan los niños Lali, con tus primos eres lo más, yo te he visto.

- Porque son de prestado, como yo digo. Si pone malo, si llora, si chilla… están sus padres. Tengo prácticamente treinta años y ahora que estaba empezando a salirme algo bien contigo, ocurre esto. Soy gafe, mi madre tiene razón, una fracasada en el amor, eso soy.

- No digas eso Lali, me acabas de decir que me quieres.

- Sí, y no sé si me asusta más que otra mujer que no sea yo te vaya a dar un hijo, o que con el poco tiempo que llevamos juntos yo me plantee la posibilidad de querer darte un hijo mío, nuestro. – le confieso. – No sé si vamos a llegar muy lejos, ¿qué pasa si me encariño con el niño y después cortamos?

- ¿Por qué siempre tan negativa?

- Pues porque cuando no lo soy es la vida la que se encarga de darme con la negatividad en la cara de un bofetón.

- Te quiero, me quieres. Es una situación complicada pero que vamos a saber llevar para adelante. Te vas a llevar de maravilla con Sonia y con Julia, y ese niño que viene en camino va ser el más afortunado por tener la familia que va a tener.

“Lo quieres idiota, ¿qué más da si esto es una locura? Acepta vivirla con él” me dice una vocecita en mi interior. “Todo es una locura desde el principio, y las locuras no pueden salir bien nunca” me dice otra voz en mi interior. Estoy empezando a volverme loca, lo que me faltaba. Peter no para de acariciarme las manos, y ese contacto me hace sentirme segura, protegida, amada… sentimientos demasiado fuertes que no recordaba si los había sentido alguna vez, al menos no tan certeros y plenos.

- Esto es una locura desde el principio – le digo – Y una locura va a ser también la familia que va a tener – continuo en su cara va a apareciendo la misma sonrisa que se me va dibujando a mí – tres madres, un padre, unos cuantos tíos y ocho abuelos, si a mi madre no le da un patatús cuando se entere de todo esto.

No he terminado de hablar cuando ya me está abrazando y besando toda la cara y yo disfruto de esa felicidad plena que me invade por dentro.

- Te amo, te amo Lali. Te juro que estaba muerto de miedo, anoche cuando pasó todo…

- Shhh – lo hago callar de un beso – Yo sigo estando muerta de miedo, pero contigo se me olvida a ratos. Te amo Peter, y no voy a dejar que nada ni nadie me quite este amor.

Nos besamos y nos abrazamos durante un buen rato.

- Eso sí, voy a ser la madre que le consienta todo, sino, no hay trato – le advierto y ambos reímos para después envolvernos en un nuevo abrazo que nos lleva al dormitorio.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto

Anónimo dijo...

que lindos .. masssssssss

Chari dijo...

Jajjajajjaja,se le quitó el miedo con el amor d Peter.
Una gran familia va a tener ese bebé.
No sería una verdadera madre si no l@ consintiera.

Unknown dijo...

no me gusto el vuelco que dio la historia, demasiado open mind para mi sorry

Anónimo dijo...

Me encantò el Capi sobre todo que lali haya aceptado la.paternidad de Peter que es un gran acto de Amor :)
Ruthy

Anónimo dijo...

es genial tu novela me encanta

Caparatodos dijo...

Me encanta, inmilla!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Publicar un comentario