Capítulo 89

BUENAS BUENAS!!!! ?Cómo andáis? Ya se va terminando la semanita... que vaya semanita.. Llegó el finde, auunque para mí no creo que sea muy diferente de los demás días. Decidme loca, y sé que después me voy a arrepentir, pero necesito ya empezar la facultad, necesito volver a la rutina y ver todos los días a mis amigos, y charlar, y reír... Es lo que tiene la facultad, que cada uno somos de un sitio de la provincia, y aunque quedemos no es lo mismo que verlos todos los días.

Bueno, me dejo de mi rollo jajaja aquí os dejo un capítulo. No me odiéis mucho eh por favor, tratarme con cariño =) Esta vez será una de las últimas que leáis a estos Lali y Peter, también sobre Alma y Pablo. Es más os digo que en un par más de capítulos le decimos adiós a Curando el corazón.

Espero que disfrutéis del capítulo, y muchas gracias por leer y comentar. Una última cosa antes de dejaros el cap, Nazaret @GasliMiSonrisa tiene un blog que empezará con nueva nove =) http://casiunangelaliado.blogspot.com.es/

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Capítulo 89

Esta historia es como el juego de la oca de oca en oca, y tiro porque me toca. Así estaban ellos, de celebración en celebración. Dejando atrás el cumple de Alma, había que ultimar detalles para la boda y celebración de Majo y Carlos.

En este momento Lali estaba llegando a su casa acompañada de Carlos. Quedaba dos días para la boda, y venían de recoger el traje que usaría Carlos ya que hubo que hacerle arreglos de última hora.

- Menos mal que Peter se llevó a Alma a casa de sus papás, porque mi hija no hubiera aguantado hora y media en la tienda – dijo Lali exasperada.

- Bueno, estaban ocupados Lalita – respondió Carlos esperando con el traje en las manos mientras ella abría la cancela de la entrada.

- No, tardaron demasiado. Además ¿Qué no entendían de que se confundieron? Si hacen las cosas mal que se las banquen – se quejó ella por los fallos cometidos por la tienda donde compraron el traje.

Consiguió abrir y entró, cuando fue a cerrar la puerta…

- Que estampa tan bonita – escuchó de nuevo esa voz.

- ¿Qué haces acá? – preguntó Lali levantando la vista y mirándolo - ¿No te cansas vos?

- De buscar a mis hijas para querer verlas, no, no me canso – replicó Guillermo acercándose.

No es que temiera porque le hiciera daño físico a Lali, pero fue un instinto nato el que hizo que Carlos diera un paso adelante, anteponiéndose a Lali.

- Andate Guillermo, la última vez las chicas te dejaron bien clara las cosas – dijo Carlos.

- Se hace el papá el caballero, parece. Te recuerdo que su padre soy yo, por si lo olvidaste – protestó.

- No quiero discutir con vos, y Lali ni siquiera quiere verte. Será mejor que te vayas – hizo a Lali a un lado para cerrar la puerta.

- Ni se te ocurra dejarme así acá, imbécil – Guillermo impidió que la cancela se cerrara.

- ¿Te podes ir? Te juro no sé qué mierda buscás Guillermo – estalló Lali – estoy cansada, harta de que cuando estamos de los más felices decidas meterte de nuevo en nuestras vidas – pasó por al lado de Carlos para colocarse frente a su padre – VOS – dijo golpeándole el pecho con su índice –decidiste irte de nuestras vidas, dejarnos sin un padre y a mi madre sin un hombre que la amara y la cuidara. VOS decidiste ser un cobarde que no tenía los cojones necesarios para ser padre. Vos decidiste salir de nuestras vidas. Pero ahora nosotras decidimos si entras de nuevo y NO vas a hacerlo.

- Soy tu padre Lali.

- Una vez te lo dijo mi hermana Daniela, y ahora te lo digo yo: que lleve tu sangre no te da el derecho a que te diga “papá”. Hace poco más de un año que conozco a Carlos, pero en el tiempo que lo conozco, él me ha dado más amor y cariño paternal que vos en toda mi vida.

- Lali cariño yo…

- Lali cariño nada – gritó ella. Carlos le pasaba la mano por la espalda para que se tranquilizara – se acabó. Esto de aparecerte en nuestras cada vez que se te canta, se acabó.

- No me puedes odiar, te guste o no, me debes la vida.

- No te odio – respondió ella conteniendo las lágrimas, no le daría el gusto de que la viera llorar una vez más – Alguien al que amo con toda mi alma me enseñó a que para poder vivir en paz y feliz conmigo misma tengo que aprender a cerrar heridas del pasado. Y eso voy hacer hoy. No te odio, simplemente me das pena. Porque HOY mi madre está al lado de un hombre que la ama, mis hermanas y yo podemos disfrutar del amor de un padre y mis hijos y sobrino llamar “abuelo” a alguien que sí se lo merece. VOS decidiste no vivir eso y no disfrutar de eso. Ahora yo decido que no entras más en nuestras vidas.

- Está bien – respondió Guillermo para sorpresa de Lali y Carlos – no voy a molestarlas más. Solo quiero que sepan, que si algún día deciden buscarme, voy a estar, porque quiero estar en sus vidas y aprovechar el tiempo que me quede con mis hijas y mis nietos. De algún modo tengo que recompensar el haberlas dejado hace tantos años, y mi manera de hacerlo es dejarla en paz hasta que en algún momento de sus vidas, decidan incluirme en ellas.

- Chau Guillermo – dijo Lali emocionada pero sin querer mostrarlo.

- Solo una cosa más. Carlos, cuida a tu nueva familia como yo no supe cuidarla – diciendo esas últimas palabras se marchó.

En cuanto se dio la vuelta, las lágrimas de Lali brotaron de sus ojos y comenzaron a bañar sus mejillas. Carlos escuchó sus sollozos y la abrazó desde atrás.

- Vamos adentro Lali – le susurró.

Abrazados continuaron su camino hacia la casa. Abrió la puerta y soltó todo en el salón, para después sentar a Lali en el sofá.

- Voy por un poco de agua, así te tranquilizas un poquito – le dijo y ella asintió cubriéndose el rostro con sus manos.

- Tomá acá está – le dio el vaso – veni chiquita – y la abrazó de nuevo – llora todo lo que necesites, yo estoy con vos.

Un rato estuvieron así, hasta que Lali se cansó de llorar.

- Basta – pensó en voz alta y se separó de Carlos – no voy a llorar más, no se lo merece.

- Él no, pero vos te mereces descansar, poder sacar de tu interior todo dolor y toda rabia – le dijo Carlos secándole las mejillas.

- Se acabó – reiteró ella – me cansé. Hace tiempo lo perdoné. Creo que cuando tuve a Alma y vi que tenía junto a ella a su abuela, mi mamá, y que también podía disfrutar de un abuelo, vos, lo perdoné. Si él no se hubiera ido, vos no estarías en nuestras vidas, y no creo que haya nadie mejor que vos para consentir a mis hijos.

- Gracias Lali – dijo Carlos emocionado.

- Gracias a vos por ser como sos, por amar a mi mamá y por tratarnos a nosotras como si fueramos tus hijas de verdad.

- Es que así quiero que sea – expresó él – le dijiste a Guillermo que no hace falta llevar la misma sangre para ser padre-hija. Pues es cierto, a mí no me hace falta haberlas concebido con su mamá porque yo las amo como si fueran mías.

- Te quiero mucho – y Lali lo abrazó – papá – susurró.

- Yo también, hija.

Ese abrazo se prolongó unos minutos hasta que Peter entró con Alma, dormida en su coche.

- Epaa se pusieron sentimentales – bromeó sin saber lo que pasaba.

- No se jode con eso, yo tengo mis motivos. Estoy muy embarazada – se defendió Lali, levantándose.

- Y yo feliz por tener la familia que tengo – agregó Carlos para también levantarse y abrazarla de costado – yo me voy yendo, gracias por acompañarme a por mí traje y gracias por ser mi hija, te quiero.

- Yo también, papá – reiteró esa palabra que tanto ansiaba por decir una y otra vez.

Peter se quedó sorprendido por la situación que presentó. Carlos volvió a abrazar a Lali y después besar levemente a Alma y de abrazar a Peter, se marchó con su traje de boda hacia su casa.

- ¿Pasó algo Lali? – preguntó Peter poniendo la comida que acaban de pedir para cenar, mientras Alma,  quien había cenado en lo de su abuela paterna, dormía en su cuna.

- Volvió Guillermo – soltó sin pensarlo y Peter la miró sorpresivamente.

- No lo puedo creer, yo a este tipo…

- Nada, vos no vas hacer nada – lo tranquilizó Lali agarrando fuerte sus manos – le dije todo lo que pensaba, y le pedí que no se entrometiera más en nuestras vidas. No sé qué le dije esta vez de diferente a las anteriores, lo que sí sé es que antes de marcharse me dijo que no nos hizo feliz en su momento, y que si nuestra felicidad ahora era lejos de él y con un nuevo padre que nos cuidara, él lo aceptaría. Pero que si algún día decidimos verlo y estar con él, él va a estar ahí.

- Lo decís muy entera, como si no te afectara – y Peter soltó una mano para acariciarle la mejilla.

- Ya lloré todo lo que tenía por llorar y a Pablo no le gusta que me ponga así, desde que se fue Carlos está nervioso – le dijo y ambos posaron sus manos sobre la panza y la acariciaron.

- Me parece que él se va a parecer a vos y a Dani. Va a ser un revoltoso de cuidado – bromeó Peter.

Terminaron de cenar, recogieron las cosas y antes de acostarse vieron como su hija dormía plácidamente.

- Pitt – lo llamó por si estaba dormido.

- Decime – él se giró para quedar frente a ella.

- Gracias.

- ¿Por qué? – preguntó él sin entender.

- Por aquella vez que Guillermo se presentó en el aparetamento y me dijsite que no lo odiabas, porque gracias a él yo existía. Y por hacerme entender que yo tampoco podía odiarlo, porque si no, no podría vivir en paz nunca.

- Es lo que pienso mi amor, no me tenes que agradecer por estar con vos, por eso estamos juntos, porque nos amamos. Y el amor es hacer todo lo posible porque la persona amada esté mejor que bien.

- Te amo. Y quiero que sepas que gracias a vos supe perdonar a Guillermo. El día que nació Alma y mi madre entró a verla con Carlos, me di cuenta que si Guillermo no hubiera salido de nuestras vidas, mi hija ahora no tendría por abuelo al gran hombre que es Carlos.

- ¿Por eso decidiste llamarle papá? – preguntó Peter viendo la emoción en los ojos de su mujer, y acariciando el costado de Lali.

- Por eso, porque lo quiero y porque necesitaba llamarle papá, lo sentí y así lo siento.

- Es que es así, Carlos es tu padre, el de tus hermanas. El hombre que en unos días hará muy feliz a mi suegra y se convertirá oficialmente en mi suegro – y Lali sonrió – y sobre todo, es el abuelo con el que me voy a tener que pelear más de una vez porque consienta demasiado a mis hijos, y eso me pone feliz porque sé que a vos también te pone feliz.

- No me pone feliz – lo corrigió Lali y como pudo se acercó a él para abrazarlo y se acomodó con la panza - soy feliz.